Ayer tenía el día libre, porque la fiesta de hoy (día de Andalucía) me la pasan al viernes, dado que yo no trabajo en fin de semana, así de chula es mi empresa, y por eso me gusta. Decidí invertir bien mi día de descanso extra, y me fui a Málaga a pasar el día con Cotte. Llegué a las 13:00, y pasé por delante de un mercado que está congelado en el tiempo, es exactamente igual a todos los que conocí de pequeño, y no pude evitar entrar. Los puestos aún con su mármol blanco, inmaculado, pero gastado por el paso de los años, donde se exponían los diferentes tipos de pescados, cabezas colgando, cuerpos abiertos, el aroma que envolvía el lugar era como el que retiene mi memoria, denso, mezcla de muerte marina y fruta fresca. Como me dio hambre me compré una supermanzana que me fui comiendo por la calle, y la gente con la que me cruzaba me miraba, no sé si le parecía extraño que comiera por la calle una manzana (quizás lesparecería más normal que me comiera una palmera de chocolate, y lo hubiera preferido, claro, pero el verano acecha) o me miraban con apetito (me refiero a la manzana, no a mi). Paseando por la Alameda hice fotos a los árboles que le dan sombra en verano, son enormes, no sé si serán centenarios, pero cuando los miras con detalle te das cuenta de lo hermosa que es la naturaleza. Llegué a la Plaza de la Marina, en cuyas escaleras había unos skaters practicando saltos, así que decidí practicar con la velocidad de obturación de mi cámara sacándoles fotos, y de camino unir a Stultifer y a Thiago en un matrimonio indisoluble.
Más adelante me adentré en el Parque del Oeste, había florecillas blancas con filos violetas que dulcificaban un paraje verde uniforme, y se las veía giradas buscando el sol, casi me quedo un rato para verlas moverse.
Después me dirigí a la puerta de Correos donde había quedado con Cotte para ir a comer y mientras lo esperaba decidí que el tema del día (a fotografiar) sería el color amarillo. Empecé a ver los anuncios de los autobuses nuevos, las motos, los coches, los semáforos, todo era amarillo ayer, hasta el casco con el que apareció el novio de Cotte era amarillo.
Comimos en un restaurante vegetariano chino (cuántos conceptos englobados en el mismo local) regentado por una china muy graciosa que hablaba español con acento muy andaluz entremezclado con la fonética china. Ella no paraba de decirnos "tú come más", parecía una madre preocupada por los hijos.
Después del café nos quedamos a solas Cotte y yo, y pasamos toda la tarde de café, paseo y vuelta a una cafetería charlando, necesitábamos ponernos al día de los últimos meses, porque aunque habíamos hablado por teléfono, siempre nos faltaba tiempo para ahondar en los temas, y profundizar en todo aquello que nos preocupa, o de lo que disfrutamos. Él está encantando con la carrera que está estudiando (y con la vida que lleva con su pareja) y está adquiriendo tantos conocimientos que me da respuesta a un montón de preguntas no formuladas. A medida que han ido pasando los cursos académicos ha desarrollado la capacidad de escuchar, reflexionar y llegar a conclusiones, esa que siempre había tenido, pero mejorándola con una base de conocimientos científicos.
La conclusión a la que hemos llegado después de toda una tarde de charlas, es que nos pasamos toda la vida buscando la estabilidad, y ésta solo llega con la muerte. Lo que deberíamos hacer es encontrar lo positivo del dinamismo, porque en la naturaleza no existe la estabilidad, igual que tampoco existe el ángulo recto.
Post escrito en el tren de regreso a Fuengirola.
La conclusión a la que hemos llegado después de toda una tarde de charlas, es que nos pasamos toda la vida buscando la estabilidad, y ésta solo llega con la muerte. Lo que deberíamos hacer es encontrar lo positivo del dinamismo, porque en la naturaleza no existe la estabilidad, igual que tampoco existe el ángulo recto.
Post escrito en el tren de regreso a Fuengirola.