25 abril 2009

Mi café con Edu Boxer


Salgo de la oficina con mis compañeros a tomar el café de rigor, si te quedas la media hora de descanso tienes que trabajar, si no, tienes que irte fuera, esa son las cosas absurdas de esta organización para la que trabajo. En lugar de escoger si reduzco mi jornada la media hora del desayuno porque lo hago en casa, me obligan a ir a una cafetería a sentarme durante media hora a escuchar historias que a veces me saturan y aburren.
Al llegar a la cafetería la mesa habitual está ocupada, nos sentamos, mi sitio queda a espaldas del local, lo que me impide ver al público de rutina: ese ancianito que siempre aparece con la bufanda a pesar de que ya va haciendo calor, esa señora que se sienta sola con el periódico y un cuaderno y no para de hablar y reírse sola, los empleados de la empresa de ascensores entre los que hay uno que todas las mañanas me alegra la vista. Hoy me lo pierdo, y me pierdo también las vistas al ventanal por el que veo pasar a la gente, diariamente desfilan las mismas personas, aunque hace tiempo que no veo al chico moderno con el que cada día nos cruzábamos la mirada, y al que esperaba todos los días ver pasar imaginándome que un día se sentaba a la mesa conmigo.
Al levantarme para pagar me doy la vuelta y veo en la mesa que tenía justo detrás de mi una cara que me llama la atención; en un segundo mi memoria hace una escaneo rápido para intentar localizar esa cara de entre el archivo enorme que tengo (tengo muy buena memoria visual), porque sé que, aunque conocida, no corresponde al entorno en el que me encuentro. Moreno, con unos ojos azul oscuro que se posan en mi, y en ese mismo instante caigo en la cuenta de que es Edu Boxer, al mirarme me da la impresión de que nota que le he reconocido, aún así, no se ve afectado por mi mirada que dura un segundo de más, y me voy a pagar.

Voy al cuarto de baño, y un minuto después noto que él me ha seguido y se me acerca por detrás diciéndome al oído: "tú ya me conoces, ahora me toca a mi conocerte..." y me empieza a tocar sobre la ropa. Yo me dejo hacer, y empieza a abrirme los botones del vaquero, dejándolos caer, luego hace lo mismo con los suyos, y yo, mientras, estoy paralizado por la sorpresa.


Regreso a la oficina disfrutando de las casualidades de la vida, ¿cuántas veces me puede pasar que en la mesa de al lado, en la cafetería junto a la oficina a la que voy todos los días, me encuentre con uno de mis actores porno favoritos?, y eso teniendo en cuenta que trabajo en una pequeña ciudad, y estoy siempre metido en una oficina en la que nunca pasa nada; hay pequeñas cosas en la vida que hacen que ésta merezca la pena, y hoy, martes 21 de abril, precisamente en el día de su cumpleaños, comparto café con Edu Boxer, el actor de Bookleroos, de Muscle Up, Parashooter y otras tantas tan buenas. (Ay pillines, vosotros también las conoceis todas, ¿eh?). Hoy es un día especial.


18 abril 2009

MI NIÑA DITA


Llevaba uno meses viviendo con Rafa a mis 21 años, recién emancipado me encapriché de tener perro, ya tenía la idea completa: sería una hembra de cocker spaniel, negra, y se llamaría Dita. A través de anuncios del periódico contactamos con unos vendedores en un pueblo de los alrededores, fuimos a comprarla Rafa (había decidido regalármela), Raúl y yo. Cuando vi la camada no tuve ninguna duda, me miró a los ojos con una mirada mezcla de curiosidad, bondad, alegría y la escogí de entre todos los cachorritos.
De camino a casa ella bautizó a Raúl, que la llevaba en brazos, ya que habíamos decidido que él fuera su padrino, haciéndose su primer pipí. Los primeros tiempos la alimentaba con papilla de 5 cereales de Nestle, como no podía bañarla ni sacarla a la calle hasta terminar con las vacunas, siempre la envolvía un aroma dulce de cachorro y papillas. Terminada la fase vacunación le dimos el primer baño, aún lo tengo grabado en vídeo, no le gustaba mucho el agua, y lloraba como si la estuvieran apaleando, pero como soy un sargento en cuanto a la educación se refiere, no tuvo más remedio que claudicar. Me enamoré de ella, no podía pasar mas de un puñado de horas sin verla, en algunos descansos del trabajo corría a casa para cerciorarme de que estaba bien, abría la puerta y ella venía a saludarme moviendo su culillo y yo respiraba tranquilo. Salía de marcha y no paraba de mirar el reloj, con ansiedad de regresar para estar con ella.
Desde su primer paseo me premió con un pipi en la calle, pues siempre había sido muy despierta, y en unos días ya estaba educada a hacer sus necesidades en la calle, hicera frío o calor, lluvia o viento, ella y yo salíamos de paseo, aunque solo fuera una salida higiénica. Sabía que mientras no la sacara a paseo se aguantaría, y no me relajaba hasta que la hubiera paseado.
Se casó felizmente con Byron, que era el cocker spaniel de Rafa, un perro elegante lleno de rizos, con aire aristocrático, pero ella nunca estuvo realmente enamorada. En realidad se enamoró del perro más feo de la ubanización, la podías ver subida a la terraza mirando hacia el jardín comunitario donde pulgui (el perro feo y comunitario) se sentaba a adorarla. En un descuido se fugó y le fue infiel a su marido, pero éste nunca se lo tuvo en cuenta. Después la cubrió como imponiendo sus derechos maritales, de cuyo fruto nacieron 5 cachorritos tan preciosos como ella. Aún tengo cerca dos de sus hijos.
Vivió mi primera separación, mi segunda soltería, luego mi segundo matrimonio, con Jorge se llevaba estupendamente, pues él es un enamorado de los animales, jugaba mucho con ella y la entrenaba en saltos y otros menesteres.
Vivió mi segunda separación y mi tercera soltería, los cambios de casa, mis épocas de hibernación y las de salidas continuas. Por muy buen plan que me surgiera, yo siempre volvía a casa, porque sabía que ella estaba allí, aguantándose y esperándome a que la sacara de paseo.
En mis vacaciones se iba con la abuela, no había cosa que le gustara más, pues ella la malcriaba dándole comida fuera de horas, y tapitas de york que a ella tanto le gustaba. Aún así, cuando la recogía no tenía ningún reparo en volverse conmigo, sabía que con la abuela eran vacaciones temporales, pero que su hogar estaba a mi lado.
Vivió mi tercera separación, recuerdo que la primera vez que Fernando entró en casa y la vio se puso a acariciarla, diciéndole "pero que linda que sos", y claro, ella sucumbió a esas palabras, le pasó como a su amo, no pudimos remediar enamorarnos como tontos. Esos años él se encargaba la mayoría de las veces del baño, de secarla y peinarla. ¡Quien no iba a adorar al chulazo que te dedica tiempo, te dice cosas lindas y te pone guapo!
Dicen que los perros se acaban pareciendo a sus amos, pero yo creo que es al revés, que sus amos toman cosas de sus perros, y casi podía ver reflejada en mi mirada la mirada de ella.
En cada mala época que pasaba estaba ella allí para estar a mi lado, y con solo cogerla en brazos y estrecharla me invadía una sensación de bienestar, de consuelo. En invierno me encantaba tumbarme en el sofá, subirla encima de mi y echarnos la siesta disfrutando del calorcillo que ella desprendía, sobre todo cuando me ponía bocaabajo y ella sobre mi espalda.
El fin de semana pasado la noté rara, estaba hinchada, y después de hacerle una ecografía me dijeron que no podían hacer nada por ella, a sus 15 años ya no podían intervenirla, que decidiera yo el momento de aplicarle la eutanasia. Siempre he apoyado la eutanasia, creo que hay que vivir con dignidad, y morir de igual forma. He necesitado unos días, y he presenciado un deterioro rápido, que me iba rompiendo por dentro, todo el día atento para saber si hacía sus necesidades, si comía o bebía, si caminaba o no, si se tambaleaba y perdía el equilibrio.
Lo difícil es escoger el momento, pues si todavía le quedan ganas de vivir no arrebatárselas, ni esperar a cuando ya esté sufriendo. Esta noche no ha dormido apenas, se la notaba incómoda sentada, tumbada, iba de acá para allá sin acabar de descansar, y esta mañana supe que era el momento adecuado. Ya no se tenía en pie, se caía, su mirada reflejaba la tristeza de una vida sin sentido, un cansancio de sufrimiento, y llamé a la veterinaria. Si esperaba al lunes iba a prolongar un fin de semana de sufrimientos, y tenía que hacerlo por ella, se lo debía a ella.
Salimos al último paseo, movía su cola con la antigua alegría, pero apenas podía caminar y se le doblaban las patitas. Aparqué junto a la clínica, y ya no quiso andar más, la tomé en brazos y entré, la veterinaria me saludó pero ya no pude hablar. Primero le puso el sedante, y me dejó a solas con ella, se fue durmiendo en mis brazos, mientras yo le cubría la cara de besos, ella tenía que sentir que no estaba sola, que su papá le acompañaba hasta el último instante, y así se fue durmiendo. Luego le pusieron la otra inyección, un líquido de color rojo que fue entrando poco a poco y que yo no podía evitar mirar, mientras le sujetaba la cabeza y la miraba a los ojos como antaño. Se durmió en un sueño enterno, dulce, reparador.
Por más que intentaba prepararme,no hay forma, pero al menos he tenido una semana para despedirme de ella. Duele, duele mucho, esta casa hoy está vacía, en cada rincón hay un recuerdo de ella, húmedo de mis lágrimas.

11 abril 2009

DIFERENCIACIÓN



Jueves Santo, quedo con Mayte para salir por Torremolinos. Primera parada en Men´s para saludar a un amigo en común y estando allí siento como cruzo el umbral del tiempo y me instalo en un bar de ambiente de los años 80: pelis porno, una media de edad de 60 años, y cuarto oscuro donde se entretienen aquellos a los que por desgracia les tocó vivir una homosexualidad escondida, compuesta de sexo furtivo y ocasional.
Nos vamos al Planet, un bar de chicas donde los tios tenemos que pagar 5 euros para entrar, consumición obligada, pero merecía la pena, a ver si Mayte conocía alguna chica estupenda. El bar lleno de chicas jóvenes, muchas guapas, y nos tomamos unas copas riéndonos mientras suena una especie de regueton, lo que me sorprende es que conozco alguna canción (¿en qué vida he escuchado yo regueton?).
Nos vamos a Parthenon, quieren hacerle pagar a ella 10 euros por entrar, pero si esto siempre esta lleno de amigas de gays, ¿qué pasa esta noche? Cuando estábamos por irnos a otro sitio nos dejaron pasar, saludo a algunos conocidos, ignoro a otros, te encuentras personas con energía negativa a las que evitar. No está completamente lleno pero se está cómodo.
Volvemos al Mens y esperamos a que el colega de Mayte termine de currar, nos tomamos otra copa y Mayte tiene que bajar al baño. A la vuelta el encargado le pide que la próxima vez que vaya al baño se lo diga para que use otro aseo, el de empleados, que está más limpio (y tiene toallitas), porque una mujer junto al cuarto oscuro espanta a los clientes, y me los imagino como las palomas en la plaza cuando suena un ruido, todas echando a volar...
Volvemos a Parthenon y Mayte se empieza a sentir mal, tantas copas pasan factura, nos vamos a la calle y me siento frente a la puerta del bar a esperar a que se le pase el malestar. Parezco de nuevo un adolescente, y me doy cuenta de que la clave para ligar es convertirte en el último cartucho. Todo aquel que sale con intención de regresar a casa, me mira, sigue caminando y vuelve a mirarme. A esa hora, después de toda la noche descartando, no nos queda nada más a lo que agarrarnos que a la última cara que te encuentras, es decir, a mi. La próxima vez que salga de marchita me sentaré frente a la puerta a partir de las cinco y media, seguro que ligo más.
De vuelta al coche me encuentro a Mode que quiere regresar con nosotros, como no bebe alcohol conduce él, regresamos a casa sanos, salvos, y solos, pero muy divertidos.

04 abril 2009

UN AMOUR A TAIRE (UN AMOR POR OCULTAR)



Título original: Un amour a taire
Año: 2005
País: Francia
Director: Christian Faure

Acabo de ver esta película que me recomendó JC, aunque he necesitado meses para estar suficientemente preparado para afrontar la historia que se cuenta.
El Holocausto Nazi también se ensañó con la población homosexual, a nadie le es ajeno el triángulo invertido color rosa con el que etiquetaban a los gays. Éstos eran trasladados a campos de trabajo donde se les intentaban "reeducar", y a los que se negaban a ello se les trasladaban a campos de concentración en los que ensayaban "tratamientos" para convertirlos en personas "normales", dignas de esa super raza que se pretendía depurar.
La historia está bien ambientada en la época, el tratamiento que se le da es impecable, pues no intenta aprovechar la sensiblería, y tampoco se recrea en la violencia nazi, aunque haya escenas que son necesarias para trasladarnos la idea de lo que ocurrió.
Es bueno que nos recuerden de vez en cuando que ser diferente ha costado muchos sufrimientos a generaciones anteriores, y esa es la herencia que hemos recibidos aquellos que tenemos la suerte de vivir en un mundo libre. Sé que aún queda mucho por hacer para conseguir la igualdad en la mente de la sociedad, y también sé que aún ocurren cosas como las relatadas en la película en algunos lugares de este planeta, en esta misma época.
Nos gusta etiquetarlo todo pero esas etiquetas que usamos para categorizar el mundo han sido muy crueles hacia los objetos etiquetados: judío, homosexual, etc., llegará el día en que sólo haya una etiqueta: persona.

Una frase de la película del personaje gay dirigiéndose a su hermano al descubrir su homosexualidad: "¿Has escogido tú el azul de tus ojos?"


02 abril 2009

Y LLEGÓ LA PRIMAVERA


Llegó la primavera y en lugar de deshacer el hielo que me envolvía se produjo una nueva glaciación, mis sentimientos se adormecieron en un no sentir que me recordaba a los efectos secundarios del tratamiento para la rinitis alérgica. Por eso enmudecí, no pensaba, no tenía nada que compartir.
Hoy he visitado a mi compañera de trabajo que se ha convertido en mi amiga, está de baja por maternidad y, aunque ya había conocido a su bebé porque lo trajo a la oficina, no había tenido ocasión de charlar con ella a solas, y de ponernos al día de los acontecimientos de los últimos meses. Su hija, Alejandra, lleva casi cuatro meses en este mundo, un mundo difícil al que tendrá que enfrentarse, pero viéndola, parece imposible que le puedan pasar cosas malas.
Me invitó a almorzar en su casa, con su marido, era la primera vez que entraba en su intimidad, en palabras si que había entrado antes, pero en la realidad de su casa aún no. Me recibió con la niña en los brazos, yo llegaba con su marido, el cual se apresuró a terminar la comida, y nos sentamos a comer. Presencié una estampa familiar que, aunque no es nueva para mi porque tengo sobrinos y otros amigos con hijos, me hizo sentir parte de esa familia.
Después de comer, él se fue al trabajo y nos quedamos ella y yo solos, con la niña, y me contó toda la experiencia de lo que fue el parto, los primeros días, y cómo su mundo está envuelto de perfume de bebé. Ella está feliz, exhultante, sigue siendo la misma, pero transmite un sentimiento amoroso que contagia.
Yo compartí con ella los capítulos de mi vida que se había perdido en todos estos meses, un pequeño resumen de muchas sensaciones, una especie de balance de mi mismo.
Cuando me despedí de ella horas más tarde, conduciendo mi coche, sentí la emoción de saber que formo parte de su vida, tan distinta a la mía, y tan auténticas ambas. Siento que ese adormecimiento en el que me encontraba ha desaparecido de golpe.
Me gustaría decirle a él que uno no escoge de quién se enamora. Estos días he pensado que quizás tenga un bloqueo emocional que me impide dejarme llevar cuando conozco a alguien que merece la pena. Ya me ha pasado antes y no creo que sea casualidad, por mucho que uno intente que las experiencias pasadas no te marquen, hay veces que dejan una huella imborrable que condicionan tu modo de actuar. Si fuera tan fácil que las cosas salieran como uno quiere quizás no sería tan intensa la sensación de enamoramiento. Pero no es así, uno no escoge de quién se enamora, solo puede intentarlo con la esperanza de que si no sale como debería, al menos queden aquellos momentos de intimidad como el recuerdo bonito de lo que podría haber sido.