25 mayo 2009

Una fría tarde suiza


Él llega a la playa, camina por ella con su amigo buscando una parcelita donde extender sus toallas dispuestos a pasar un día extra de sol, un día con el que no contaba. Encuentra un espacio junto a un chico cuya cara le resulta familiar, donde finalmente acampan. Si va a estar unas cuantas horas en la playa siempre es mejor tener unas buenas vistas.
Tras la aplicación de la protección solar intenta relajarse, pero se da cuenta de que no lo consigue, sus ojos no pueden evitar posarse en su vecino de parcela, recuerda que lo ha visto antes, mucho antes, en esa misma playa, y siempre con la misma mirada de observador desconfiado, en actitud altiva.
El chico observado saca una manzana de su mochila y se la come a bocados, desde su posición puede oírlos, ¡crac!, suenan a fruta fresca y dientes fuertes. Se vuelve boacabajo, esforzándose en relajarse, una deliciosa sensación de morriña le envuelve y se va durmiendo en un sueño poco profundo, que le permite de vez en cuando abrir los ojos para constatar que el objeto de sus miradas sigue a su lado.
Entre sueños nota que su vecino se aplica protección solar en los hombros y en la parte de la espalda a la que consigue llegar, dejando un pegote de crema en el centro, piensa que le gustaría tener la decisión para levantarse y ofrecerse a aplicarle la crema en la espalda. Incluso se imagina la frase: "el domingo pasado me quemé la espalda por no tener quién me aplicara la crema, no me gustaría que te pasara a ti, ¿te ayudo?"
Finalmente, no se lanza, el otro termina de aplicarse su crema como puede y la deja, y él vuelve a su ensoñación y a robarle imágenes furtivas al compañero de sol.
Un rato más tarde, el otro se levanta y se mete en el mar, él no puede evitar espabilarse para disfrutar de todo su esplendor, y lo ve de pie, de espaldas entrando al agua. Piensa que tiene que ser muy valiente para meterse en un agua tan fría. A la vuelta, sigue disfrutando descaradamente de la silueta del chico, ahora con el bañador húmedo y la tela pegada a sus contornos, insinuando los volúmenes de deseo.
Al tumbarse, el chico extiende los brazos y los sacude repetidamente, y él se pregunta qué función tendrá ese gesto, pues no parece que se haya manchado de arena, y tampoco que quiera sacudirse las gotas de agua salada. Es algo que vuelve a repetir a lo largo de la tarde.
Después, el chico retoma el libro que tenía aparcado en la toalla, y lo lee tumbado bocaabajo con el bolígrafo en la mano, o en los labios según el momento, pero se fija en que tiene otro boli clavado en la arena, con la punta hacia arriba, algo que le desconcierta. Desde esa perspectiva no puede evitar como una tibia erección se apodera de él al ver cómo el bañador de su vecino queda justo por debajo de la cintura, mostrando el comienzo de su trasero, un culo redondo y apetecible, envuelto en un bañador celeste, tipo brasileño. Se imagina a si mismo acariciándolo, y esa evocación no le ayuda mucho con el problema de la erección, por lo que decide darse la vuelta poniéndose bocabajo.
En un momento se levanta, va hacia la orilla y toca el agua con los pies, está demasiado fría, sería incapaz de zambullirse, pero se da la vuelta y vuelve a mirar descaradamente a su vecino, éste, por una vez, le mantiene la mirada, una mirada intensa, quizás por no llevar las gafas que ha dejado en la toalla y que le impide ver con nitidez, pero esta vez no rehuye al contacto visual. Mantienen la mirada por unos segundos, él piensa que podría sonreírle para intentar romper el hielo y reunir valor para acercarse, pero finalmente desiste, no se ve invitado a hacerlo.
Más tarde, su compañero de sol empieza a recoger sus cosas, saca de su bolsa un llavero de Avis con las llaves del coche, lo que le hace pensar que es de alquiler, guarda su ropa interior en la mochila, con lo que sabe que no va a tener la suerte de verlo cambiar su bañador por la ropa interior. Se ajusta unas bermudas azul marino, clásicas, que le realzan el trasero que no ha podido dejar de mirar en toda la tarde, recoge su toalla y sus cosas y se va. Él se queda con la esperanza de que de tanto mirarlo, al menos le haga un gesto de despedida, pero tampoco, eso no ocurre, y se recrimina a si mismo ser tan tímido como para no acercarse e intentar conocer a ese chico misterioso que de cuando en cuando, a lo largo de los últimos años, ha aparecido en la playa y que no habla con nadie, ni nadie lo conoce.
Quizás otro día sea capaz de reunir el valor para presentarse, pero hoy no ha podido ser. ¿O quizás si? Quién sabe lo que deparan las casualidades.

17 mayo 2009

QUEDA INAUGURADA LA TEMPORADA CABOPINO 2009


Hoy es el 45 aniversario de bodas de mis padres, fruto de la cual nacimos 4 hijos. Siguen juntos pese a las dificultades de la vida.
Cuando tuve mi primera relación sólida, pensé que aquél sería el hombre de mi vida, pero 7 años después aquello se acabó, y supe que nunca tendría lo que se llama "el hombre de mi vida". Descubrí que las relaciones son ciclos temporales en los que dos personas se encuentran y comienzan a girar en la misma órbita, pero que en algún momento alguno cambia de órbita y el otro se queda solo en el universo, girando sobre si mismo para mantenerse en equilibrio.
Hoy, también, hace 6 años que inicié mi última relación, nos encontramos en esta playa en la que estoy tumbado tomando el sol y escribiendo, y empezamos una charla que nos llevó a unir nuestros labios en un beso que duró 4 años. La noche anterior salí con el nerviosismo provocado por la esperanza de encontrármelo, y finalmente fue así. Lo malo (en ese momento) fue que ya estaba ocupado, pero yo, pacientemente, pedí mi turno, que me llegó al día siguiente. Empezamos tímidamente, sin querer poner nombres y etiquetas a lo que vivíamos, pero pronto se convirtió en una relación de amor. Creí ver una señal en que iniciáramos una relación en la fecha del aniversario de mis padres, al igual que creí ver otra cuando supe que sus padres se casaron el día de mi nacimiento. Números, las matemáticas nunca fueron mi fuerte, pero esta memoria traicionera me asalta de repente jugándome malas pasadas.
Hace 2 años que se acabó y, a veces, me pregunto cómo sería mi vida si hoy estuviéramos cumpliendo 6 años de relación. La respuesta es bastante sencilla: seguiríamos viviendo una historia descafeínada, malograda por el paso del tiempo y la rutina.
Y yo, en particular, no hubiera sufrido las varias evoluciones que me han cambiado en estos 24 meses. Seguiría secuestrado por esa involución en la que me refugié en los últimos meses en pareja, sintiéndome distanciado de la sociedad, con la percepción de que no había en ella nada que me interesase.
En cambio, en lugar de ello, me abrí al mundo, me preocupé de crear un tejido social, exploré en mi sexualidad, viví un montón de emociones nuevas, y me sentí más seguro de mi mismo. Y lo que es más importante, reforcé mi carácter, y valientemente me enfrenté a la soledad. Le eché un pulso que terminó en tablas: no la vencí, pero ella a mi tampoco.
No estoy pasando por mi mejor momento personal, los ha habido mejores, pero no estoy mal, estoy contento con la vida que me he ido construyendo, y sé que aún, solo he puesto los cimientos, vendrán muchas más cosas a decorar este nuevo edificio.
Playa de Cabopino, oyendo a Amaral.

ESCAPADA A BARCELONA


Nada más llegar, camino a casa a dejar la maleta, me envuelve el olor del salitre, es sábado muy temprano y la carretera está desierta. Pasamos por la vía subterránea junto a la costa, y por arriba voy viendo pedazos de esculturas que decoran la ciudad, llenas de colorido, fiel reflejo del gusto artístico de esta tierra.
Los primeros pasos los hago por el Paseo de Gracia, incursión entre el turisteo y escaparates de firmas, no puedo evitar pararme ante ellos y acariciar con mis ojos objetos de deseo que no voy a adquirir. Nos adentramos en el Raval, sus calles están llenas de imágenes algo decadentes, pero el colorido en las ropas y en las pieles rezuma pluralidad en equilibrio.
Almuerzo en un restaurante moderno, menú de mediodía a 17.50 Euros, una rica ensalada y carne que de poco hecha parece un carpaccio (nos lo habían avisado) pero sabrosa. Seguimos el paseo y nos adentramos por la Ciutat Vella, la máquina del tiempo nos pare en el mismo centro del medioevo, callejuelas estrechas, paredes cargadas de historias y sociedades, cada rincón es una fotografía, entre todo, muchos turistas para recordarnos que estamos en el siglo XXI.
Entre tanto paseo, Joan comparte conmigo un montón de vivencias, y yo le relato muchas historias que parecen inconexas, pero pieza a pieza conforman el puzzle del Adriano en el que hoy me he convertido.
Café en un bar en cuyo interior hay un teatro, y el camarero confunde a Joan por un guiri, con lo que a él le molesta... Regresamos a casa con la intención de salir, pero tras mi siesta en el sofá, cenamos, y la conversación se va alargando hasta que nos damos cuenta de que es absurdo salir, mejor estar descansado para el domingo.
El domingo vamos a Sant Pol de Mar, un pueblecito costero al que vamos en moto y disfrutamos de un domingo soleado y cálido. El pueblo es de postal, paseamos por sus calles, atravesamos las vías del tren que en esa costa discurre junto a la playa, tiene un toque novecentista que me encanta. Almorzamos en un restaurante en primera línea de playa, una casa antigua restaurada, muy bien restaurada, y cuando subo al baño disfruto de suelos de mosaicos y una escalera que es idéntica a la que tiene mi abuela en su casa.
De vuelta a Barcelona nos paseamos por alrededor de la torre Acbar, rodeados de edificios nuevos, altos, de cristal, paisajes urbanos que son un placer para la vista, y obras de arte aquitectónicas.
Acabamos en el Plata, en el Eixample (gayxample) tomando un par de copas, hablando y riéndonos, un cierre muy divertido para un buen día.
El lunes visité la exposición de Caixa Forum, solo por el edificio merece la pena visitarlo, pero además había varias exposiciones muy interesantes. Después, horas pateando la ciudad y retratándola, dejándome llevar por la misma ciudad que iba guiándome los pasos, como si intuyera cuales eran mis objetivos turísticos. Gente alrededor de todo tipo, una mezcla de colores, tendencias y actitudes muy enriquecedora. Joan dice que la moda ahora mismo es lanzar al aire un puñado de prendas, y vestirte con aquello que te caiga encima, sin tener en cuenta la coordinación de colores o estampados, y yo le doy la razón.
A la tarde me encuentro con él para ver Los abrazos rotos, y disfruto de la película, pues es un homenaje a mi peli favorita de Almodóvar "Mujeres al borde...". Joan disfruta de la peli y de ver cómo disfruto de la peli, sabía que me iba a encantar, y se ríe a mi lado de mis risas provocadas por el lenguaje gestual de Mariola Fuentes y Blanca Portillo. Penélope está estupenda en la peli, por mucho que digan, es una buena actriz, hace tiempo que se ganó para mi ese título.
El martes por la mañana me entretengo entre las calles y me siento en El Central a tomar un café, es una cafetería librería que Joan me mostró como uno de sus sitios favoritos de Barcelona, y ya se ha convertido también en uno de los míos. Comemos juntos y me pasea por Mont Juic, vemos los paisajes en varios miradores y me lleva a otra librería cafetería a merendar, antes de tomar el vuelo de vuelta.
Ha sido una escapada fantástica, una ciudad acogedora para mi, pues tiene una luz muy parecida a la de Málaga, y el Mediterráneo a sus pies me hace sentirme en casa. La compañía de Joan ha sido la esencia de mi bienestar allí, un cuidador nato que se anticipa a las necesidades o deseos, una buena persona que además escribe poesía aunque no use la métrica. Su blog, Contracciones de ciudad, está lleno de imágenes y evocaciones, que él logra transmitir magistralmente.
Espero volver pronto por allí, bona tarda Joan, un petó moll fort.




12 mayo 2009

HORÓSCOPO DEL DÍA


Esta mañana le echo un vistazo al periódico, directamente busco el horóscopo y ¡sorpresa!
CANCER: Tu pretendida libertad no es más que la negación de tus necesidades emocionales.
Y se me escapa en voz alta: ¡Cuéntame algo que no sepa!
A partir de ahí empiezo a pensar en mi vida y me hago la pregunta de rigor: ¿Qué busco? Me voy contestando poco a poco, y voy desgranando los recuerdos de los últimos dos años. No busco una relación porque es ponerme a imaginarme teniendo pareja y me pongo nervioso, me entran los sudores y me da el ataque de asma. Reconozco que hay días en los que me gustaría tener alguien con quien compartir momentos, planear vacaciones, de quien recibir atención, y con quien poder practicar sexo con la cotidianeidad del cuerpo conocido y la tranquilidad de no pensar en las ETS.
Después me pregunto si esa intranquilidad que me produce la idea de tener pareja tiene que ver con mi última ruptura, y me gustaría pensar que no es así, no quiero que esa relación influya en mi vida ni de forma negativa ni positiva, preferiría que ese recuerdo me resulte neutro, ni fú ni fa. Y lo que menos me gustaría es que inconscientemente esté cargando de culpas ajenas a personas futuras, pues yo siempre he considerado que tengo un fuerte sentido de la justicia, y eso no encajaría.
Pensando pensando, llego a la conclusión de que me he acomodado a conocer gente nueva continuamente, a conocer muchas vidas diferentes, historias nuevas que me aportan cantidad de información y de puntos de vista, con quienes intercambio respectivas filosofías de vida, y también sexo, claro. El sexo ocasional que produce el morbo de lo desconocido, y un empezar cada día sin un plan, dejándome llevar por lo que el destino me va poniendo por el camino.
Llegados a este punto, habiendo iniciado este análisis como consecuencia de mi horóscopo del día, me vuelvo a preguntar: ¿amor o sexo? Ya sé que el amor incluye sexo, pero también sé por experiencia que la sexualidad en pareja se va relajando y perdiendo intensidad, por algo dicen por ahí: "Follas menos que un casado". Ahí es donde entra en juego la sensación de caducidad del tiempo, porque yo quiero disfrutar plenamente de mi sexualidad, pero sé que voy teniendo una edad que probablemente me permitirá jugar al "aqui te pillo aqui te mato" unos cuantos años más (pocos, supongo), por lo que me veo empujado a aprovechar cada ocasión que se me otorgue, bastantes años he pasado en pareja a lo largo de mi vida (y siendo fiel).
Cotte seguramente verá un desequilibrio psicológico en lo que me da vueltas a la cabeza, Antonio dirá que tengo una patología psiquiátrica, Fernando dirá que me gusta que me den caña (como me dijo el viernes pasado), Joan me dirá que todo es questión de querer, Paco dirá que no era el momento oportuno (cuestión de timing)...
No sé lo que ocurrirá en el futuro, pero intento hacer hoy lo que me va surgiendo y apeteciendo en cada momento, y creo que es lo único que me permite ser auténtico de verdad.