29 agosto 2009

Bendita tu mirada


La insistencia de tu mirada desde la distancia, con ese punto de timidez, en esa cara de francés.
El saludo desde lejos para meterte corriendo en el coche, como un adolescente al que le sale un instante de arrojo, para inmediatamente seguirle un momento de pudor.
Una tarde entera de miradas sin que nos atreviéramos a iniciar una conversación.
Mi momento de lucidez al irme a solas a la orilla a buscar piedras, y encontrar un corazón blanco.
Tu valentía de venir con el teléfono en tu mano temblorosa para pedirme mi número.
Que no me llamaras a pesar de haberte dado el número correcto.
Encontrarnos en el bar y apenas pararte conmigo un par de minutos.
Provocar en mi la necesidad de querer seguir conociendo más de ti.
Compartir contigo esa noche de tu cumpleaños.
Probar el sabor de tus besos y no poder prescindir de ellos.
Hacerme sentir que no hay nadie más alrededor cuando tu mirada se posa en mi.
Despertarme a tu lado y no querer volver a dormir solo.
Cenar frente a ti en la terraza de un restaurante y olvidarme del menú.
Oir las letras de las canciones que te gustan, y sentir que estaban escritas para cantar mis sentimientos.
La triste despedida y convencerme para que me fuera contigo.
El viaje en coche en el que no paramos de besarnos y acariciarnos, sabiendo que esa ampliación era un regalo.
Visitar tu mundo, tu entorno, la esencia de ti mismo.
Los días juntos sin separarnos ni un minuto, noches de copas, música y amigos, mañanas de abrazos y sueños, tardes de hamaca y caricias.
La despedida verdadera, y tus continuas llamadas de teléfono.
El regalo de unos nuevos días de vacaciones.

26 agosto 2009

Perooooo


Conduzco de madrugada camino al trabajo, la carretera está tranquila, los altavoces propagan unos sonidos nuevos para mi, una nueva estación de radio a la que me estoy aficionando para así poder evocar tu recuerdo.
Al llegar a mi destino recorro las calles en busca de aparcamiento, visitando los lugares en los que tú y yo nos fuimos conociendo, y así paso por delante del árbol en el que nos refugiamos en busca de intimidad; mientras, enfrente el día comenzaba, la frutera estornudaba mientras montaba la terraza, y era testigo de nuestras primeras caricias.
Sigo mi búsqueda y me encuentro con el aparcamiento reservado de la empresa de electricidad en el que aquella noche aparqué, y junto al que, al acompañarme al coche, volvimos a entrelazarnos en una reminiscencia de mi época de juventud. Yo no entendía por qué no venías a casa, me decías que no podías dejar a tus amigos, y aunque tus besos decían lo contrario, a mi me sonaba a excusa. Aquellos besos y abrazos me supieron a cielo, porque tu mirada me quemaba, y me encendía con la explosión que tienes dibujada en tu iris. Esa noche te dije que al día siguiente no tomaría la iniciativa, que quedaba en tus manos.
Por fin aparco mi coche, y desando los pasos que tú y yo dimos la siguiente noche, aquella en que tomaste la iniciativa, acompañándome a casa tras la que no nos separamos en diez días, días en los que los fuimos destilando sentimientos que bebimos a tragos largos, y que nos supo a poco.
Ahora camino por la calle, paso por delante de tu portal sabiendo que ya no estas, PERO tu presencia me acompaña y me entibia las noches frescas de final de agosto.

07 agosto 2009

Primer día de vacaciones


Se acabó la luna llena, ahora es de día y la presencia de ese ojo que parece mirarme y juzgarme ha desaparecido. Ahora me río de ella y de la inquietud que me provoca, del caos que consigue instaurar en mi por espacio de unas horas, en el que pone patas arriba lo que tanto trabajo me cuesta conseguir.
Hoy es mi primer día de vacaciones, tengo por delante un montón de días en blanco como las páginas de un diario recién empezado; tenía escrita una historia bonita, lejana, pero por cuestiones que no vienen al caso, esa historia acabó "desescribiéndose" (como en aquel videoclip de Bjork). Ahora vuelve a instalarse en mi el equilibrio que me facilita el día a día, así que esta mañana me he levantado tarde, sobre las 10, he hecho el desayuno habitual que me hace sentir lleno de energía, he tomado las dos tazas de café de las que tanto disfruto en los fines de semana, y me he ido al gimnasio para poder tener la tarde libre y disfrutar de la playa.
Como suelo ir al gimnasio por la tarde, en el horario de mañana todos son caras nuevas, y he decidido que hay mas tíos buenos por la mañana que por la tarde. Aunque creo que algunas de esas caras (y cuerpos) no son autóctonos, seguramente son turistas que no pueden pasarse sin entrenar la semana o las dos semanas que estén de vacaciones.
Ahora a prepararme la comida, pasta y pollo a la plancha, gazpacho hecho por mi (por fin he aprendido a prepararlo, y es tan fácil que quiero hacerlo todos los días) para buscar dentro de un rato a JC que es el único que queda por aquí, ya que la mayoría están fuera, de viaje, poniéndome los dientes largos y subiendo fotografías de sus "maravillosas" vacaciones a través del Facebook. ¡Quién me mandaría a mi crearme un perfil en esa web!

Reflejos de la luna llena



Al mirar mi imagen en el espejo, normalmente me quedo con lo superficial: si tengo bien colocado el pelo, aunque ya no pueda usar gomina; si tengo bolsas bajo los ojos o los tengo hinchados; constato que la longitud de mi barba sea la correcta; compruebo que mis orificios nasales están libres de obstáculos; que mi dentadura no delate mi almuerzo, o que no queden restos del dentífrico alrededor de mi boca.
Pero hoy no me quedo en la superficie, hoy ahondo un poco más, y me asomo a mi interior a través de las ventanas; mi mirada ha cambiado, ya no tiene aquel brillo ni la curiosidad de antes, ya no transmite aquella bondad que yo tanto odiaba. Todo eso ha sido sustituido por una mirada inexpresiva, rígida, agnóstica; no es que ya no tenga curiosidad, sigue existiendo, solo que esa curiosidad dura muy poco, se apaga, y necesita encontrar muchas fuentes diferentes para permanecer. Antes quería saberlo todo de todas las cosas, ahora solo quiero saber un poco de algo, necesito cambiar con frecuencia y redigirir esa curiosidad hacia otro ámbito u objeto. Mi mirada se ha vuelto como la de un androide, falta de emociones, vidriosa, sin alma. Alrededor de los ojos se han ido construyendo telas de araña, un entramado de líneas que delatan muchas risas pasadas, risas que me achicaban los ojos y me los rasgaban, ojos de mongol. Ahora siguen achicándose con la risa, pero ocurre cada vez con menos frecuencia. ¿Acaso la madurez mata el sentido del humor?
Mi frente, antes tan tersa, y que apenas existía pues el nacimiento del pelo se acercaba a mis cejas, ahora es ancha, horadada de surcos horizontales que revelan tantas cuestiones que me he planteado a lo largo de la vida, por la costumbre alzar las cejas cada vez que no entendía algo. Mis cejas, que se elevaban con cada cuestión como movidas por un resorte, ahora se unen en el centro, en una permanente expresión de no haber entendido nada, dándome un aire de enojo crónico.
A cada lado de mi nariz me recorre una línea que acaba enmarcando mis labios, como si fueran corchetes de una fórmula matématica, sólo queda despejar la incógnita: ¿volverán a ser besados?
Mi mandíbula cuadrada se ha vuelto aún más cuadrada y angulosa, la cara se ha vuelto más ancha, intercambiando el antiguo toque algo sofisticado por uno más duro, más rudo. Recuerdo que antes la mandíbula inferior solía caer un poco cada vez que una imagen producía en mi una emoción, ahora se mantiene contraída en un gesto perenne de tensión.
En el fondo no me disgustan los cambios, la expresión de inocencia de los veintitantos ha mudado a la expresión de dureza de los treinta y muchos, pero lo único que me disgusta es la pérdida de la curiosidad e inocencia.
Serán los reflejos de tantas lunas llenas en mi rostro.

03 agosto 2009

Secret diary of a call girl



Estos últimos días he vuelto a recuperar el viejo y sano hábito de ver series de televisión. He sido un gran seguidor de la serie Friends, y posteriormente Sex and the city, pero ahora que tengo que ocupar mis noches en algo que me evite comerme el tarro (rún rún y rún rún) he acabado viendo una serie de televisión británica que me está gustando mucho. No es la típica serie en la que todo es diversión, frases ingeniosas sobre vidas cotidianas, sino el diario de una prostituta en Londres.
En la primera temporada se presenta al personaje principal, una chica fría y calculadora que nos relata su forma de vida. Ya en la segunda temporada se incluyen personajes con los que la protagonista se acaba relacionándose provocando un cambio en su actitud calculadora, transformándola en una persona que empatiza con los demás. Quizás no tenga unos diálogos para recordar, pero se puede aprender mucho de sexo y de costumbres sexuales.
La chica es guapísima, pero los dos personajes masculinos (Ben y Alex) están tremendos.

01 agosto 2009

Ménage à trois



Hussein en el coche, camino de Tarifa:
- Unas amigas me preguntaron el otro día "¿conoces alguna pareja gay que no sea abierta?".
- En la pregunta se esconde un juicio - dije yo.
Ese tipo de pregunta está muy de moda entre los homófilos, que se suponen que son abiertos de mente, respetuosos con la sexualidad del de al lado, pero que en el fondo, y sin que ellos mismos lo sepan, esconden un prejuicio velado hacia el gay de esta época en la que vivimos.
- Pues yo le hubiera contestado que si, que las mías propias, aquellas que he vivido en el pasado; y además, les hubiera preguntado si conocen alguna pareja heterosexual de nuestra edad que lleven juntos más de 5 años, y que realmente sean fieles.
-No se me ocurrió decirles eso, pero me hubiera gustado caer en ello.
Resulta que ahora que la visibilidad es más aceptada, la sociedad va a dar una vuelta de tuerca, y parece pretender que la relación entre gays emule a las relaciones heterosexuales, pero no las heterosexuales reales, sino las que muestran como modélicas.
Parece que la prostitución femenina es cosa de solteros o divorciados, cuando yo creo que precisamente son los que menos necesitan recurrir al pago a cambio de sexo, ya que no tienen nada que esconder. Ojo, no voy a ser yo quien juzque ni a las prostitutas ni a sus clientes, para mi, mientras unos y otros hagan por decisión propia, no tengo nada que objetar.
La sociedad ve bien, hasta cierto punto, que dos personas del mismo sexo se quieran y quieran estar juntos, pero si a eso le añadimos un extra... eso es harina de otro costal. Pues yo creo que, igual que se han necesitado siglos para llegar a cierta "normalización" con el hecho gay, harán falta otros cuantos para llegar a la normalización de las parejas estables, es decir, a que sea admitido abiertamente el hecho de que cada miembro de la misma tenga sexo fuera de la relación, o que ambos incluyan a un tercero (o más).
Nuestra sociedad proviene de una forma de vida marcada por un catolicismo que solo justificaba el sexo desde la perspectiva de la procreación, y siempre amparado por el sacramento del matrimonio. Es normal que tantos siglos dejen un rastro en las mentes, y cualquier esquema diferente a este resulte extraño o anormal. Pero se olvidan aquellos que han practicado el sacramento del matrimonio varias cosas: por un lado, no todos los ciudadanos de este país son católicos (por suerte); y por otro, que el hecho de casarse, no implica que los miembros de la pareja no tengan sus escarceos amorosos (o sexuales) al margen del matrimonio, de forma clandestina.
El ser gay en un mundo hetero tiene muchas dificultades, antes más, claro, pero algo positivo que tiene es que tu entorno social tiende a compartir contigo aquellas cosas que les preocupa y que no encuentran con quien hablar sin sentirse por ello juzgados: el marido de tu prima que desea a su cuñada, y que necesita hablarlo con alguien sabiendo que tú no vas a juzgarle por el hecho en sí mismo, sino que vas a intentar ayudarle a aclararse las ideas; la amiga que te utiliza de tapadera (como eres inofensivo...) para tener un encuentro con alguien que ha conocido por messenger, en un momento de dudas, y que necesita llevarlo a cabo para reforzar su matrimonio o constatar que no hay que nada que salvar.
Por tanto, el hecho de ser comprensivo con aquel que tienes delante contándote sus problemas, hace que tengas la posibilidad a asomarte a muchas intimidades, que luego no cuadran con esas preguntas malintencionadas y cargadas de prejuicios.
Yo, aunque no lo practique de momento, creo que nuestra sociedad irá cambiando hasta un modelo de pareja diferente al actual. Creo que el ser humano llegará a comprender un día que el sexo está hipervalorado en el sentido de la fidelidad, que es solo una forma más de utilizar nuestros cuerpos y disfrutar de ellos, diferenciando sexo y sentimientos. Porque el hecho de estar enamorado no significa que no puedas desear otros cuerpos, y que este deseo sea puntual de un momento, si no se le diese tanto valor al sexo y la fidelidad, no existirían la mayoría de los conflictos de pareja. Por otro lado, creo que una cosa es la infidelidad sexual y otra la infidelidad sentimental. Yo, que he sufrido ambas, sé que es mucho más dura la infidelidad sentimental, es decir, cuando la persona que se supone que te quiere ha cambiado y sus sentimientos están dirigidos a otra persona, que la infidelidad sexual, que es la mera satisfacción de un deseo sexual que no conlleva ningún efecto sentimental secundario. Y lo he sufrido porque esos actos han sido efectuados a mis espaldas, de una forma velada, como una forma de engaño. Estoy seguro de que hubiese sido muy diferente si se hubiese hablado sobre ello y se hubiesen acordado las mismas reglas para ambas partes, que es lo que al fin y al cabo creo que es más justo, y lo que menos daño puede hacer.