28 febrero 2010

Ingravidez marina


Intranquilidad, así es como definiría su estado de ánimo, no sabía el porqué y no se entretendría en pensarlo, lo que mejor iba para situaciones así era calzarse las zapatillas e irse a correr por el Paseo Marítimo.
Además de quemar calorías, le vendría bien quemar la energía acumulada que bullía en su interior y que le impedía asentarse en esa tranquilidad en la que últimamente se mecía. Tomó el Paseo Marítimo adelante y comenzó a caminar rápido como forma de calentamiento, a lo que le siguió un alegre trote durante unos minutos, para comenzar a correr en una carrera que duraría más de media hora.
Inspiraba, exhalaba el aire, sabía que mantener el ritmo de la respiración es lo que le salvaba del cansancio prematuro y del temido flato que cuando aparecía obligaba a detener el entrenamiento. A lo largo de la carrera se iba cruzando con personas aquí y allá, unas paseaban, otras caminaban, iban en bicicleta o con patines, y de vez en cuando se cruzaba con otros corredores, algunas caras ya le resultaban familiares.
Empezó a notar como un hilo de sudor le corría espalda abajo, era lo único que le disgustaba de hacer deporte, pero era inevitable si quería mantenerse en la zona cardiovascular y eliminar toxinas.
No sólo le gustaba correr por el efecto biológico que esto producía en su cuerpo, se sentía adicto a las hormonas que el cuerpo segregaba, sino que también le permitía aislarse del mundo, abstraerse en sus pensamientos sin importarle lo que sucediera alrededor. Era un momento del día que sólo le pertenecía a él, se sentía igual que cuando en verano se sumergía en el mar aislándose de los estímulos exteriores, ojos cerrados, sonidos atenuados por el agua, sintiéndose conectado con las energías del planeta.
Llega al final del Paseo, va bajando el ritmo hasta que acaba caminando rápido, para parar y hacer unos estiramientos. En ello estaba cuando levanta la cabeza, y ahí está, la ve en todo su esplendor, exhuberante y llamativa, sonriendo con un punto de recato al resguardarse tras unos hilos de nubes. La culpable de toda esa intranquilidad.


23 febrero 2010

Día de playa


Sábado en la playa de Carvajal


Queda activada la moderación de comentarios, pueden enviar sus quejas a la siguiente dirección de correo electrónico:
lamemoriadeadriano@gmail.com

21 febrero 2010

Flor del almendro

Flor del almendro en el campo familiar
Ya hacía tiempo que no lo sentía y ni siquiera se había dado cuenta, hacía meses que al despertar no le venía a la cabeza ningún nombre, no se acordaba de nadie, ni para bueno ni para malo. Hasta unos meses atrás, cada despertar conllevaba el esfuerzo de neutralizar el primer pensamiento del día, depende de la época concernía a la última relación (esforzándose en recordar los motivos por los que ya no era su pareja para facilitar la neutralización), o a la historia que mantenía que no le hacía feliz (organizando mentalmente el discurso de la ruptura). No sabía cuándo había empezado a ocurrir, pero acababa de darse cuenta de que ya no tenía ningún pensamiento de ese tipo al despertar. Y era muy liberador.
Había ocurrido cambios en su vida, pequeños, buscados, decididos de antemano, en torno a los cuales había construido una nueva rutina que era bastante parecida a la anterior, pero que la mejoraba mucho porque se dedicaba a mimarse en lugar de dedicarse a la búsqueda de algo que le faltaba y que no tenía claro qué era.
Decidió borrar el perfil de la página de contactos, hacía tiempo que dejó de conectarse a ella, desde que dejó de contestar a los mensajes porque en realidad se había dado cuenta de que no disfrutaba de esa práctica, por mucho que se hubiera puesto tan de moda. Los encuentros que había tenido, aún siendo buenos, no eran ni la mitad de buenos de los que había tenido a lo largo de su vida en situaciones más bien clásicas: conocer a alguien en persona, jugar a seducir o ser seducido para tener sexo o intentar tener una relación.
Dando un paseo por los dos últimos años, llegó a la conclusión de que se había pasado el tiempo buscando una pareja que ni siquiera quería tener, porque aún no estaba preparado para volver a confiar en alguien, para volver a entregarse a alguien.
De pronto le vino esa sensación de nuevo, la reconoció, le dio la bienvenida y le hizo espacio en su cama. Sintió en su interior la capacidad de compartir, no de entregar, su tiempo con alguien, de compartir, no de entregar, su economía con alguien, de compartir, no de entregar, su casa con alguien. Y sintió también que volvía a ser capaz de hacer algo por alguien, se veía a si mismo preparando la cena, con música de fondo, acompañado de alguien que aún no tenía cara, y esa idea no le produjo rechazo. Sintió la capacidad de disfrutar con ese enigmático alguien sin cara en compañía de su familia, de sus amigos, y sintió la capacidad de ofrecer exclusividad a ese futuro sin dudar de su capacidad de fidelidad.
Ya era un hecho, estaba preparado, una sensación de euforia le envolvió.

08 febrero 2010

Crecer duele



En el discurrir de la vida hay personas que salen de la nuestra y nunca volverán, aprendemos qué significa morir.
En el discurrir de la vida hay personas que salen de la nuestra y nunca volverán, aprendemos qué significa la amistad.
En el discurrir de la vida hay personas que salen de la nuestra y nunca volverán, aprendemos qué significa el desamor.
Crecer es aprender, aunque duela.

02 febrero 2010

Un oso hibernando


Bueno, llevo un par de semanas sin dedicarle tiempo a este pobre blog, y no será porque haya estado ocupado porque me he pasado un mes de enero tumbado a la bartola.
Resulta que hoy hace un mes que dejé de fumar, casi no me acuerdo, jajaja, en cuanto escribo menciono que he dejado de fumar, ¿hay alguien que aún no lo sepa?, pero es que es una decisión que cambia tu vida tanto que no puedo obviarlo cada vez que escribo sobre mi.
Ha sido un mes de enero muy introvertido, no he salido ni para tomar un café con los amigos, pero es que parece que los amigos han desaparecido. Al menos la estampida de los amigos de 2soles está producida por su relación, pero mi estampida, ¿por qué estará producida? ¿Será que he iniciado una relación firme con mi sofá y mi cama? Porque llevaba muchísimo tiempo sin dormir tanto como he dormido en el último mes, y claro, eso se me nota; entre que estoy durmiendo lo adecuado, en los horarios adecuados, y el hecho de dejar de fumar, se me está poniendo una piel reluciente, apenas tengo ojeras ni bolsas, y además mi estado de ánimo está en un continuo equilibrio. No tengo ningún estrés, el tiempo no existe más allá del horario de trabajo, el resto es mío, no tengo que pensar en nada más que en mi, no tomo café y como consecuencia no me pongo nervioso, no quedo con nadie y no me pone nervioso la idea de llegar tarde, no tengo que fumar un cigarrillo antes de entrenar, no tengo que pensar en cuántos cigarrillos me quedan y si tengo cambio para la máquina ni en qué máquina podría comprar tabaco. Estoy asentado en una permanente relajación que hace que el tiempo vaya a otro ritmo, tengo tiempo para todo, y lo mejor, es que tengo tiempo para descansar y dormir. Y mi cuerpo me lo está agradeciendo, está respondiendo muy rápidamente a la nueva rutina y a los nuevos hábitos.
Los fines de semana estoy disfrutando de estar en casa, organizarla bien, pasear con Rocco por la playa si hace sol, pegarme las siestas del sábado por la tarde que son las mejores, ver películas que tenía pendiente hace tiempo, leer el libro que estoy casi acabando (he tardado más porque en realidad no es muy bueno, pero ya me produce curiosidad el final).
De pronto me paro a pensar, mi teléfono ¿qué timbre tiene?; hace tanto que no suena que se me ha olvidado mi propio timbre. Esa idea me lleva a pensar, si mi teléfono no suena, qué ha pasado con mis amigos... ¿dónde estarán? Hago un repaso mental de ellos uno por uno, y resulta que a excepción de uno de ellos, al resto no lo he visto en todo un mes. Hemos hablado por teléfono, pero nadie ha hecho el más mínimo esfuerzo por quedar conmigo, es decir, por tener la voluntad de venir hasta Fuengirola a verme. Ahora que lo pienso, si yo no cojo el coche y me muevo hasta donde estén mis amigos, en aquellos días y momentos en que tienen un rato libre de sus respectivas parejas o follamigos, nadie hace lo propio en sentido inverso. A ver si va a ser que realmente no son mis amigos, o que mis amigos han dejado de necesitarme en sus vidas, a ver si va a ser que ya no soy necesario para ellos, a ver si va a ser que mis amigos solo son mis amigos si no tienen que esforzarse, y me esfuerzo yo en serlo para ellos. Aghhhh, de pronto se me cierran las vías respiratorias y me da el ataque de asma... el inhalador, ¿dónde está el inhalador?