31 enero 2011

Senderos de domingos



Como le prometí a Ut, aquí están algunas de las fotos del día que pasamos en el Pantano del Chorro, en Álora (Málaga). Últimamente nos hemos aficionado al senderismo, que es algo que aún no cuesta dinero, y nos permite aprovechar esos soleados domingos de invierno.






Como eso de salir de marcha cada vez apetece menos (a no ser que sea una buena fiesta en Madrid o cualquier otra capital), una de las formas de pasar un día con amigos es hacerte un buen bocata, o una ensalada de arroz (para los que nos queremos cuidar), echar la cámara a la mochila, y calzarte las botas apropiadas para ese tipo de terreno (nunca tienes suficientes zapatos, sombreros y bolsos, como decían en AB FAB).






Durante la caminata se tocan todo tipo de temas, desde las manifestaciones ciudadanas que pretenden derrocar dictadores, pasando por la economía mundial y la microeconomía (es decir, cada uno cuenta lo que le cuesta llegar a fin de mes), hasta el tema básico de cualquier conversación entre amigos que se precie: tíos y pollas.



Fotografía: J.C. Ordóñez


Luego llega el momento fotográfico, yo me dedico a plasmar paisajes que me voy encontrando, mientras El Roce se dedica a inmortalizarnos en poses lo más sexy posibles, porque ¿de qué sirve hacer cosas si no hay fotografías de ello para colgarlas en el Facebook? Vamos, que aún estoy viviendo de los réditos de la última que me hizo hace tres meses, que me ha proporcionado más de 70 nuevos "amigos". Y llega un momento en que no sé si Rocco está aburrido, o ha aprendido a posar tan bien, que ve la cámara y entiende el encuadre y la perspectiva que el fotógrafo tiene en su cabeza.




17 enero 2011

Not an angel


La consciencia aparece junto a la sensación de frío, que eriza su piel. Se despereza sin recordar cómo cayó en ese sueño profundo: Despertar.


Siente una quemazón en la espalda, sus dedos perciben una excrecencia desconocida, e intenta erguirse: aprendizaje.


Se siente tan deslumbrada por la nueva realidad como por la luz del atardecer, que la envuelve y abriga: Esplendor.


Acepta su nueva situación pero desconoce la prohibición: Decadencia.

Padece la ira divina: Ocaso.


05 enero 2011

Queridos Reyes Magos



Queridos Reyes Magos,
aprovechando que esta noche pasáis por aquí os dejo esta carta para ahorrarme el sello, que la vida está muy difícil.
Os sorprenderá que os escriba hoy porque todo el mundo lo hace mucho antes, pero en esta ocasión no os pido nada, más bien os quiero hacer saber, con todo el respeto, de la equivocación que habéis padecido. Ya sé que no os sometéis a la jurisdicción española, ni tan siquiera a la europea, ya que sois de Oriente, y es como en internet, os acogéis a la legislación del territorio en el que tenéis el domicilio fiscal; por tanto, esto no es una reclamación, sino una queja.
Ante todo quiero agradecer el regalo que me habéis hecho, y que ha colmado hasta la más alta de mis expectativas, a sabiendas de que se ha anticipado dos días a la fecha tradicional. Tengo que reconocer que no confiaba mucho en vuestro criterio, pues estoy acostumbrado a que lo que a mi me atrae no es lo que le atrae a los demás, pero al verlo sentado delante de mi no pude por menos que sentir un pálpito. Durante toda la cena estuve pendiente de sus ojos, unos preciosos ojos claros que no paraban de mirarme, y en los que no pude distinguir entre fascinación o decepción. Más abajo, su nariz algo respingona me recordaba a la de las estatuas griegas, anda que no me había yo enamorado de narices así mientras estudiaba el arte greco-romano. Durante la cena me sentí afiebrado, no sabía si era por el contraste entre el frío exterior y la calefacción interior o, lo que me parece más probable, por darme cuenta de que tenía delante esa famosa aguja que se perdió en un pajar. Con el estómago cerrado, no podía probar bocado, e intentaba pasar algo de comida que pudiera disimular mi nerviosismo. Entre un tema y otro de conversación mi mirada se perdía por entre los botones de su camisa que sugerían unos hombros formados y unos brazos bien torneados. El culmen llegó a la hora de levantarnos, cuando poniéndose el jersey pude disfrutar de los volúmenes de su tren inferior, lo cual agradezco a unos vaqueros ajustados que debieron de ser diseñados directamente sobre su cuerpo.
No penséis mal, no solo me atrajo su físico, que ya sabemos que es importante y a vosotros no os lo puedo negar, pero es que había más. Tal como están las cosas sólo con tener trabajo ya puede uno darse por agraciado, pero es que además tenía un buen trabajo, era una especie de relojero que se dedicaba a reparar o sustituir la maquinaria que funciona mal, y volvía a dar cuerda a aquellos que se quedaron parados. El mío se quedó parado en aquella mesa y veo difícil que lo puedan arreglar.
De él me gustó su aire de timidez, que probablemente no lo es tanto, el acento gallego que no tiene, y que dicen que solo aparece cuando está rodeado de otros gallegos; que dejó de fumar hacía un mes, aunque hubiera vuelto a caer estos días; que pasara la Navidad en familia, y que su hermana estuviera embarazada de quien iba a ser su primer sobrino (niña); que su profesión no fuera su vocación, y que su vocación fuera la pintura, que ahora se había convertido en su hobby. Tantas cosas me gustaron de él, y me dio tiempo a conocer tan pocas...
Pero hay algo que no me gustó nada, y por eso quiero pedir, queridos Reyes, que no seáis tan crueles conmigo, pues sería como si al niño que pidió una pelota, le hubierais traído el balón oficial del mundial, pinchado; me traéis el único regalo que os llevo pidiendo hace unos años, me ponéis la miel en los labios y luego me decís que tiene novio. Podíais habérmelo traído hace unos meses, cuando él aún estaba soltero.
Atentamente,
Adriano