Salgo de la oficina con mis compañeros a tomar el café de rigor, si te quedas la media hora de descanso tienes que trabajar, si no, tienes que irte fuera, esa son las cosas absurdas de esta organización para la que trabajo. En lugar de escoger si reduzco mi jornada la media hora del desayuno porque lo hago en casa, me obligan a ir a una cafetería a sentarme durante media hora a escuchar historias que a veces me saturan y aburren.
Al llegar a la cafetería la mesa habitual está ocupada, nos sentamos, mi sitio queda a espaldas del local, lo que me impide ver al público de rutina: ese ancianito que siempre aparece con la bufanda a pesar de que ya va haciendo calor, esa señora que se sienta sola con el periódico y un cuaderno y no para de hablar y reírse sola, los empleados de la empresa de ascensores entre los que hay uno que todas las mañanas me alegra la vista. Hoy me lo pierdo, y me pierdo también las vistas al ventanal por el que veo pasar a la gente, diariamente desfilan las mismas personas, aunque hace tiempo que no veo al chico moderno con el que cada día nos cruzábamos la mirada, y al que esperaba todos los días ver pasar imaginándome que un día se sentaba a la mesa conmigo.
Al llegar a la cafetería la mesa habitual está ocupada, nos sentamos, mi sitio queda a espaldas del local, lo que me impide ver al público de rutina: ese ancianito que siempre aparece con la bufanda a pesar de que ya va haciendo calor, esa señora que se sienta sola con el periódico y un cuaderno y no para de hablar y reírse sola, los empleados de la empresa de ascensores entre los que hay uno que todas las mañanas me alegra la vista. Hoy me lo pierdo, y me pierdo también las vistas al ventanal por el que veo pasar a la gente, diariamente desfilan las mismas personas, aunque hace tiempo que no veo al chico moderno con el que cada día nos cruzábamos la mirada, y al que esperaba todos los días ver pasar imaginándome que un día se sentaba a la mesa conmigo.
Al levantarme para pagar me doy la vuelta y veo en la mesa que tenía justo detrás de mi una cara que me llama la atención; en un segundo mi memoria hace una escaneo rápido para intentar localizar esa cara de entre el archivo enorme que tengo (tengo muy buena memoria visual), porque sé que, aunque conocida, no corresponde al entorno en el que me encuentro. Moreno, con unos ojos azul oscuro que se posan en mi, y en ese mismo instante caigo en la cuenta de que es Edu Boxer, al mirarme me da la impresión de que nota que le he reconocido, aún así, no se ve afectado por mi mirada que dura un segundo de más, y me voy a pagar.
Voy al cuarto de baño, y un minuto después noto que él me ha seguido y se me acerca por detrás diciéndome al oído: "tú ya me conoces, ahora me toca a mi conocerte..." y me empieza a tocar sobre la ropa. Yo me dejo hacer, y empieza a abrirme los botones del vaquero, dejándolos caer, luego hace lo mismo con los suyos, y yo, mientras, estoy paralizado por la sorpresa.
Voy al cuarto de baño, y un minuto después noto que él me ha seguido y se me acerca por detrás diciéndome al oído: "tú ya me conoces, ahora me toca a mi conocerte..." y me empieza a tocar sobre la ropa. Yo me dejo hacer, y empieza a abrirme los botones del vaquero, dejándolos caer, luego hace lo mismo con los suyos, y yo, mientras, estoy paralizado por la sorpresa.
Regreso a la oficina disfrutando de las casualidades de la vida, ¿cuántas veces me puede pasar que en la mesa de al lado, en la cafetería junto a la oficina a la que voy todos los días, me encuentre con uno de mis actores porno favoritos?, y eso teniendo en cuenta que trabajo en una pequeña ciudad, y estoy siempre metido en una oficina en la que nunca pasa nada; hay pequeñas cosas en la vida que hacen que ésta merezca la pena, y hoy, martes 21 de abril, precisamente en el día de su cumpleaños, comparto café con Edu Boxer, el actor de Bookleroos, de Muscle Up, Parashooter y otras tantas tan buenas. (Ay pillines, vosotros también las conoceis todas, ¿eh?). Hoy es un día especial.