31 diciembre 2009

¡FELIZ 2010!


Último día del año, fecha perfecta para hacer repaso y balance del mismo, y para marcar los objetivos del siguiente, una año más difícil de teclear, porque hay que abandonar la costumbre de esos dos ceros seguidos que llevamos nueve años tecleando.
El año pasado por estas fechas estaba en casa en una reclusión voluntaria en un momento de saturación de marchas, ex-parejas e incipiente amistad que se quedó en un intento. En aquel momento me marqué seguir con el blog, recién estrenado, me compré la cámara y me propuse trabajar en la fotografía.
Revisando lo ocurrido en el año que se acaba, constato que seguí escribiendo en el blog con diferente frecuencia: después de un inicio apasionado, una continuidad sin pautas, llegué a encontrarle un hueco en mi vida, como a todo lo importante.
A la fotografía le dediqué tiempo, hice mis prácticas y ahora estoy inmerso en el ilimitado mundo del photoshop, aprendiendo a usarlo al tiempo que sigo aprendiendo la técnica de fotografía, y todo muy poco a poco y de una forma autodidacta, ya las plazas estaban completas en el curso en el que pretendía matricularme.
En el año que acaba no puedo quejarme de la suerte, he conocido personas interesantes, y aunque no hayan cuajado en una pareja estable, en los períodos de tiempo que he compartido con ellos me he volcado en cada uno y he tenido lo más parecido a una relación.
Durante el año 2008 no quería tener pareja, la complicada ruptura estaba muy reciente, sin embargo, en 2009 puse de mi parte todo lo que pude para buscar una relación, una vez dejé atrás el sentimiento de fracaso propio de una ruptura. No se fraguó ninguna pero al menos no huí de ello.
En el 2010 pretendo posicionarme en un equilibrio basado en la seguridad que da tener una vida bien construida, llena de cosas apasionantes, que me permita seguir desarrollando cierta creatividad, pero con espacios en blanco en mi agenda para poder disfrutar de los amigos y de aquella persona que pueda entrar en mi vida. Porque como le dije a Ut, para enamorarse también hay que estar predispuesto, tener los ojos abiertos (como me dijo Luis Tomás) intentando que mi miopía no me impida ver con claridad para no perderme una oportunidad.
Mi intención para el 2010 es conocer gente de mi misma ciudad, la mayoría de mis amigos viven a 30 km y esa distancia aparentemente corta me inmoviliza muchas veces para compartir con ellos tiempo durante la semana, siempre con el acecho del gimnasio, cosas de casa, irme a la cama a mi hora. Echo de menos tener un círculo de amigos cercano, personas a quienes poder llamar para quedar para un café, un paseo, patinar, o cualquier otra actividad sin que suponga planear con días de antelación, e invertir hora y media en coche entre idas, vueltas y aparcamiento. Quiero creer que en una ciudad con 50.000 habitantes debe haber al menos una o dos personas con las que pueda tener algo en común y poder construir una amistad. Sé que no ayuda mucho mi actitud, no soy de los que hablan con cualquiera, más por timidez que por falta de ganas, así que eso es algo en lo que también tengo que trabajar, ser más abierto para conocer gente.

PROPÓSITOS PARA EL AÑO NUEVO
  • Dejar de fumar, creo que ya va llegando el momento, y la modificación de la ley puede que lo facilite (además de los parches que voy a salir a comprar en cuanto termine con esto).
  • Volver al gimnasio (llevo más de un mes sin ir entre la bronquitis, la navidad...)
  • Flexibilizarme (aún más) y dejarme llevar por el día a día sin marcarme tanto esquema (aunque para ello lo incluya en el esquema de propósitos de año nuevo, jajaja).
  • Doblegar mi timidez obligándome a relacionarme más, buscando actividades que me permitan conocer gente.
  • Ser más dinámico, no permitir que mi casa, y en especial el sofá, me abstraiga tanto que me aísle del mundo que veo a través del ventanal.
  • Conseguir un aumento de sueldo, que ya va siendo hora de que en el trabajo me valoren con algo más que con la palmadita en la espalda.

26 diciembre 2009

Venga, vale, Feliz Navidad a todos...


Sin darme cuenta ha pasado más de un mes desde que escribí aquí por última vez. Los días pasan rápido, la vida cambia más rápido aún y a veces uno solo puede concentrarse en el esfuerzo de seguir el ritmo que le marcan, con la lengua fuera, como en una carrera de obstáculos.
Este blog ha cumplido un año en este tiempo que he estado alejado y ni siquiera lo he celebrado, aunque por otro lado es lo normal, yo no celebro mis cumpleaños tampoco ¿por qué iba a celebrarlo mi blog?
Estos días han pasado cosas, no sé si recordaré todo lo que ha pasado pero haré una especie de balance de lo que ha venido ocurriendo. Para empezar, mi historia conexión Málaga-Madrid acabó, y como eso ya es pasado, no me voy a entretener en ello.
Para celebrar mi recién estrenada soltería, volví a colgar fotos en las páginas de contacto, e incluso me creé un perfil nuevo en una página que suena un poco cursi, pero de la que me han hablado bastante bien.
En esta vuelta decidí cambiar un poco el estilo de mis perfiles, y en lugar de enseñar carne, he preferido enseñar primeros planos de mi para atraer a un tipo de público diferente. No hay nada mejor que irse una temporada para hacer una entrada triunfal, ocurre lo mismo con la noche y la juerga, en cuanto desapareces unos meses la gente se olvida de ti, y luego vuelves como una persona nueva, captas la atención de los asiduos, tanto en las páginas como en los bares.
También volví al messenger, y estaba abarrotado de contactos que he ido acumulando a lo largo de estos años, para mi la lista de contactos es como la cartera de clientes de una empresa, o de un relaciones públicas, tiene un valor incalculable. Desde la primera conexión retomé una lista de gente que tenía agregada aún pendiente por conocer.
Como decía, tuve un regreso triunfal, conocí a un tío en la primera semana con el que tuve una cita de café, y días más tarde se convirtió en una noche de sexo, y del bueno. Incluso hubo alguna sorpresa agradable, y posibilidad de repetir. Acabé pasando la noche en su casa y he de decir que me encantó concluir la noche de esa forma.
Posteriormente, tuve otra cita de café con un contacto al que le tenía ganas desde hace más de un año, y parece que él también me las tiene, buena charla, morbo, solo hay que sincronizar agendas, lo cual ocurrirá después de las fiestas.
Hablando de las fiestas, este año decidí que no iba a pasar la nochebuena solo en casa, me fui a cenar con mis padres y fue una experiencia realmente agradable, hacía muchos años que no la pasaba con ellos y me sentí muy bien, con mi madre mimándome y charlando con mi padre, contándome batallitas de su juventud.
Es curioso, pero en un día como el de Navidad en lugar de estar rodeado de amigos y familiares, solo he tenido contacto con el mundo virtual, alguna llamada de tipos recién conocidos virtualmente y charlas de messenger. En días así creo que mi mundo ha vuelto a cambiar y ya no encajo en la estructura que tenía hace unos meses, no hay otra explicación. Mis familiares tienen sus vidas ya construidas, al igual que mis amigos, y como me he esforzado en mantener mi independencia, el resultado es este, que nadie me tiene en cuenta en días así. Para mi no es un problema, la verdad, ya me he ido haciendo fuerte a lo largo de estos últimos años, como preparación para lo que vendría y, ahora que ha llegado, estoy preparado para afrontarlo. Una independencia que a veces no sé como utilizarla, pero que siempre me aporta experiencias vitales.
El fin de semana anterior lo pasé en Madrid, iba con amigos y, dejando aparte el frío que pasé, fue muy divertido. El viernes noche me encontré en Ohm a Juan Carlos, a quien no veía desde el Orgullo, y me pasé con él la mitad de la noche. A última hora conocí a un chaval con pinta de búlgaro o polaco, que resultó ser madrileño, y que se vino conmigo al hotel. Pasamos horas disfrutando del sexo y de la charla, un chaval joven muy divertido con quien tuve una buena conexión. Quizás repitamos en el futuro.
El cierre del fin de semana fue la nevada que cayó del domingo al lunes, al despertarme me asomé a la ventana y al ver la nieve en la calle no pude reprimir irme a la calle a hacer algunas fotos y colgarlas en facebook. Fue una experiencia muy bonita, nunca me había nevado en una zona urbana, y la ciudad se ponía un disfraz blanco que coordinaba muy bien con la época del año. Creo que una navidad con nieve seguramente realzará el espíritu navideño a quien aún le quede algo. A mi no me hizo efecto.

19 noviembre 2009

Nada que contar


El fin de semana de cuatro días ha sido fantástico, tuve visita en casa y no nos separamos ni un minuto. Podría vivir así siempre, pero eso no es realista. En el mundo real hay que trabajar, las ciudades están separadas por kilómetros y las obligaciones y la rutina influyen en el estado de ánimo.
He tenido tiempo en esos días para ver la televisión, visitar Granada y la Alhambra, salir de marcha, comer y cenar fuera, pasear por la playa de noche con Rocco, ir a la playa de día, y disfrutar del cuerpo a cuerpo, la suavidad de la piel, el aroma corporal, y la calidez de estar acompañado. Después de todos esos excesos (gastronómicos, económicos) y la falta de estudio, me he volcado de lleno en los libros, aprovechando que estoy de vacaciones.
Llevo dos días y medio que apenas he salido de casa, solo para pasear a Rocco e ir al gimnasio, el resto del tiempo encerrado disfrutando de no tener prisa, molestado por las llamadas de teléfono de las compañías que quieren venderte ADSL, por el butanero que todos los días quiere traerte la bombona, el correo comercial..., se me había olvidado lo que es estar en casa mañana y tarde.
La asignatura de Lengua Moderna (Inglés) me está sirviendo para fijar conocimientos aprendidos por el uso, y para ampliar vocabulario. Comunicación Oral y Escrita I me gusta bastante, aunque la mayor parte de lo que hasta ahora he visto ya lo he estudiado en asignaturas de otros años. Por una parte es más fácil, pues solo tengo que repasar conocimientos, por otra más aburrida porque ya me suena todo y no me aporta nada nuevo (de momento). Textos Literarios del Siglo de Oro me está gustando, la pega es que tiene un material enorme y en los primeros temas me impaciento porque parece que nunca se acabará. Lo bueno es que esa sensación ya la viví con Literatura Medieval, y sé que luego va saliendo. Ahora mismo estoy de lleno con las Poesías de Garcilaso de la Vega, y creo que lo voy a disfrutar mucho, aunque preferiría estar leyendo alguna novela.
El lunes decidí no pensar, no buscar etiquetas, en resumidas cuentas, no ser yo, y dejarme llevar, total, si no tienes nada, nada tienes que perder. No sé a dónde me llevará el dejarme llevar por la corriente, pero al menos me está permitiendo concentrarme en los estudios sin estar pendiente a la pantalla del ordenador o al móvil.
Mientras, estoy acabando con la primera temporada de Gossip Girl, pues me pongo un par de capítulos o tres cada noche durante la cena y posterior digestión. Sé que es una serie que muestra un mundo despiadado entre adolescentes y muy superficial, pero me sirve de catarsis. Apenas he conectado con el mundo, más allá de los informativos a la hora de almorzar, y sobre todo a través del Facebook, que me sirve para seguir teniendo conciencia de qué están haciendo los demás.
No sé ni por qué escribo esto, no me gusta escribir aquí cuando no tengo algo que decir, pero ya ha pasado una semana y es hora de actualizar. Creo que mañana me echaré a las calles para volver a tener ganas de estar en casa.

09 noviembre 2009

Get together



Continuando con mi propósito de traducir canciones de Madonna, que me sirve para repasar y al mismo tiempo adquirir algo de vocabulario, hoy me he entretenido en ésta. En el gimnasio estaba escuchando el Confessions on a dance floor y, hoy, esta canción cobró un nuevo significado.





GET TOGETHER

todo es una ilusión
hay demasiada confusión
dentro, dentro, dentro de tu corazón
encuentra, encuentra, encuentra el secreto
gira, gira, gira tu cabeza alrededor
cariño podemos hacerlo
podemos hacerlo bien
¿crees en el amor a primera vista?
si es una ilusión, no me importa
¿crees que puedo hacerte sentir mejor?
demasiada confusión
ven conmigo
¿podemos volver?
de verdad quiero estar contigo
venga, déjalo todo y vente conmigo
espero que tú sientas lo mismo
busqué durante toda mi vida
para encontrar el secreto
pero lo único que hice fue abrir los ojos
cariño, podemos hacerlo
podemos hacerlo bien
¿crees que podemos cambiar el futuro?
¿crees que puedo hacerte sentir mejor?
¿podemos volvemos?
de verdad quiero estar contigo
venga, dejalo todo y vente conmigo
espero que tú sientas lo mismo
¿podemos volvemos?
de verdad quiero estar contigo
todo es una ilusión,
hay demasiado confusión
yo te haré que te sientas mejor
si el principio es amargo
más dulce será el final
¿crees en el amor a primera vista?
si es una ilusión no me importa

08 noviembre 2009

De cómo aprendí a leer y a escribir



Siempre me gustó leer, ya desde pequeñito, antes de escolarizarme, tomaba los tebeos de mis hermanos mayores y remedaba a mi madre, que leía con la manía de mover los labios. Yo pensaba que eso era leer, así que me dedicaba a ver los dibujos del tebeo y a mover los labios sin darme cuenta que había algo que me perdía, una transmisión de mensajes que sustituía con la imaginación.
Los comienzos de mi aprendizaje de la lengua escrita fueron rígidos, era otra época más estricta, lo que peor llevaba era escribir entre dos líneas, esa estructura tan firme en la que tenía que encorsetar mi escritura me impedía disfrutar del aprendizaje, pues estaba más preocupado de dar forma e insertar correctamente lo escrito, que de aprender a enlazar letras que remitían a sonidos del lenguaje.
La lectura me resultó mucho más fácil, cuando veía una letra inmediatamente escuchaba en el interior de mi cabeza un sonido, y poco a poco aprendí a enlazarlos hasta que un día ante un letrero escuché en mi interior una voz que me susurraba una palabra: Málaga. A partir de entonces iba por la calle y no podía parar de leer los rótulos que acompasaban mis paseos, lo que al principio alegró a mis familiares, acabó cansándoles tanto como a mi, pero por mucho que intentaba entretener mi pensamiento en otra actividad, siempre acababa componiendo palabras, aunque ya con esa edad había aprendido a interiorizar mi pensamiento, a veces era recomendable no verbalizar todo lo que se nos pasa por la cabeza.
Hubo en mi infancia un día que marcó un antes y un después de mi historia personal, y no fue el día que me compraron los tan anhelados patines, fue el día en que comprendí el significado de la palabra infinito. Mi padre contribuyó económicamente con la Biblioteca Municipal, y como agradecimiento le proporcionaron el carné de socio. El día en que entré por primera vez tuve varios sentimientos encontrados, de la euforia al ver tantos volúmenes apilados en unas estanterías que alcanzaban el techo pasé a la tristeza de la constatación de que sería imposible leérmelos todos, era una tarea infinita, no tendría tiempo para hacerlo ni aunque viviera dos vidas. Pero decidí no perder tiempo y ponerme manos a la obra, el primer libro que leí fue La Isla del Tesoro. Quizá ese título haya contribuido a fomentar mi hábito de lectura, o puede que de antemano estuviera predispuesto a dejarme llevar por las narraciones, pero eso ya nunca lo sabré.

Extraído de mi primera prueba de evaluación a distancia.

04 noviembre 2009

Renovarse o morir

Como ya habrá notado quien conozca este blog, hoy inauguramos nueva imagen. Después de once meses manteniendo el mismo perfil con que se creó este blog, con muchas prisas y sin ninguna experiencia en el medio, iba siendo hora de invertir algunos minutos a darle un cambio de rumbo, si no al contenido, al menos sí al aspecto de la página.
Adriano, como es una persona de extremos, ha decidido pasar del blanco virginal al negro más luctuoso, sin recorrer los grises que pueda haber en un punto intermedio que para él no existe. Es época de cambios, sí, otra vez, hay que cambiar porque sin el cambio acabamos acomodándonos, esa es la naturaleza humana.
El hombre primitivo dejó de ser nómada para convertirse en sedentario, seguramente a medida que fue desarrollando el intelecto, y gracias a ello (o por desgracia), el mundo que conocemos se ha estructurado tal y como todos podemos ver.
Adriano no quiere que esta tribuna, que una vez fundó para recoger recuerdos y compartirlos con el mundo, se mantenga estática, se anquilose, se convierta en la rutina de relatar experiencias reales o inventadas, propias o ajenas, y ha decidido empezar por lo más fácil: cambiar su look, su vestimenta, el envoltorio de lo que realmente importa. Como aquellas personas que un día deciden empezar con el gimnasio y el primer paso que dan, antes incluso de abonar la matrícula, es el de entrar a una tienda a proveerse de ropa deportiva para lo que será su nueva andadura. Hacer deporte o no es algo que el tiempo dirá, pero sin el atuendo apropiado seguramente no se alcanzará el objetivo exitosamente.
Adriano está (otra vez) en un punto de inflexión, al final del verano se relajó, dejó de entrenar y abandonó la dieta (como ocurre cada año en la misma época), pues sabe que la operación bikini comienza en noviembre, y en septiembre hay que hacer un descanso para poder retomar la campaña veraniega con mucha fuerza de voluntad. Después de mucha bollería, hamburguesas francesas del VIP´S, cantidades ingentes de helados y alguna que otra pizza, ya está preparado para volver a encorsetarse en la dieta que le hace lucir palmito por la blogosfera, y ha comenzado a entrenar (sin necesidad de ir de tiendas).
También ha decidido seguir trabajando en su mente, retoma los estudios con pocas ganas y sin ninguna obsesión, pero dejándose encandilar por libros que rezuman conocimiento, y de los cuales va extrayendo de a poco entendimiento aplicable tanto a esta faceta blogger como a cualquier otra que desarrolle o pretenda desarrollar.
Quizá tenga poco tiempo para escribir, pero tampoco escribía demasiado últimamente, por lo que no habrá una diferencia perceptible; aún así, tratará de seguir recogiendo piezas perdidas de promiscuos puzzles y seguir construyendo la amalgama en la que se ha convertido el contenido de este blog.
Esperamos que sea de su agrado.

31 octubre 2009

Express Yourself



Me regalaron el último cd de Madonna, Celebration, lo reproduje mientras conducía y me encontré con esta canción que hacía mucho tiempo que no escuchaba. Han pasado 21 años pero sigue tan vigente como antes.

Ey chicas
¿creéis en el amor?
Porque yo tengo algo que decir al respecto, y es más o menos esto:
"No te conformes con ser segundo plato,
Pon a tu amor a prueba, sabes que tienes que hacerlo
Haz que él exprese lo que siente y quizás
entonces sepas que vuestro amor es real

No necesitas anillos de diamantes o de oro de 18 kilates
coches chulos que van muy rápido, sabes que no duran
lo que necesitas es una mano grande y fuerte
que te eleve a lo más alto
que te haga sentir como una reina en su trono
que te quiera tanto que no te vengas abajo
no te vendrás abajo

No te conformes con ser segundo plato,
Pon a tu amor a prueba, sabes que tienes que hacerlo
Haz que él exprese lo que siente y quizás
entonces sepas que vuestro amor es real

Las rosas de tallo largo son el camino a tu corazón pero
él tiene que empezar por tu cabeza
las sábanas de seda son muy románticas, pero qué pasa cuando no estais en la cama
te mereces lo mejor de la vida
así que si no es el momento apropiado, sigue adelante
el segundo plato nunca es suficiente
te va mucho mejor sola

No te conformes con ser segundo plato,
Pon a tu amor a prueba, sabes que tienes que hacerlo
Haz que él exprese lo que siente y quizás
entonces sepas que vuestro amor es real
exprésate
tienes que hacer que él te lo diga
así que si lo quieres ahora mismo
haz que te muestre cómo
decirte lo que siente
esté preparado o no

Y cuando te hayas ido quizás él se arrepienta
que piense en el amor que una vez tuvo
que intente continuar

pero no lo conseguirá
volverá de rodillas
a decírtelo
tienes que hacer que él
te lo diga."

22 octubre 2009

Vuelta al cole


Al final me he decidido, he retomado los estudios que abandoné cuando me tomé un año sabático (que al final se convirtió en dos) en una época en la que no podía concentrarme en estudiar.
Comencé Filología Hispánica y, ahora que vuelvo, resulta que está en extinción, por lo que me he pasado al Grado en Legua y Literatura Españolas, digo yo que será más o menos lo mismo que la licenciatura, pero como yo estudio por placer y no con fines laborales, pues me da igual, cualquiera sabe si terminaré la carrera dentro de 15 años.
Soy estudiante de la Uned, la Universidad nacional a Distancia, y ahora que acaba de empezar el curso me he visto inmerso en la vorágine de bajarme las guías de estudio, ver los temarios, encontrar la bibliografía básica, empezar con los cursos virtuales y, por último, empezar a estudiar. Sólo con preparar la logística ya estoy agotado, pero sé que con constancia, poco a poco voy adquiriendo los conocimientos, y eso se refleja en las evaluaciones.
La verdad es que me está viniendo muy bien poner a trabajar el cerebro porque notaba que últimamente, de no utilizarlo, se me esfumaban los pensamientos, no conseguía retenerlos, y ya para qué hablar de los títulos de libros, películas o canciones, se me hacía una laguna mental que me impedía rescatar la información de mi cerebro.
Se nota que eso de dedicarme más al cuerpo que a la mente pasa factura. Pero ocurre lo mismo desde el lado opuesto, ha sido empezar a estudiar y ya he ido faltando al gimnasio, a la dieta, a todo en lo que he invertido mi tiempo libre durante estos dos años de soltería, y poco a poco el espejo comienza a delatarlo. No sé si algún día conseguiré encontrar el equilibrio, pero en esta nueva etapa de estudiante me he propuesto no abandonar mi vida social recluyéndome en casa entre los libros. He decidido que intentaré sacar las asignaturas que pueda, pero divirtiéndome tanto entre los libros como entre los amigos, y que me debe importar menos la nota final que el conseguir quitarme asignaturas sin para ello sacrificar mis cafés o salidas con mis amigos.
Además, hay que añadir mis continuos fines de semana en Madrid, en los que seguramente no toque el temario más que en el viaje de ida y vuelta, porque no me voy a ir allí para recluirme estudiando en lugar de pasar tiempo con mi churri. De todas formas, creo que eso de que sea una relación a distancia me va a venir bien, ya que entre semana me permitirá ocupar mi tiempo libre (y mi mente) en los estudios, y poder aprovechar los fines de semana divirtiéndome en el frío madrileño.
Esa es mi intención, habrá que ver si lo consigo, pero al menos lo intentaré.


17 octubre 2009

Ágora


Ayer fui a verla predispuesto a que me gustara, lo reconozco, porque soy un admirador del director desde que me cautivó con Tesis, por ser capaz de crear una película tan bien hecha, careciendo de experiencia.
La película pone de manifiesto que después de muchos siglos nuestra sociedad ha avanzado poco, porque podremos tener teléfonos móviles de última generación, hacer turismo espacial, pero aún existen conflictos a causa del fanatismo religioso, y todavía no se ha erradicado la discriminación hacia la mujer. Aunque por suerte se está trabajando en ambas cosas, creo que nuestra sociedad no saldrá de la Prehistoria hasta que la fe deje de ser excusa para librar guerras, las personas sean tratadas como iguales en la teoría y en la práctica, y deje de existir el Tercer Mundo porque sólo exista el mundo, sin ese adjetivo que parece un yugo.
Me ha gustado mucho constatar que una producción española ha recreado tan creíblemente la antigüedad clásica y, sobre todo, que su forma se haya apartado del tipo de recreación hollywoodiense, en el que todo tiene un filtro de belleza (tipo Cleopatra) para proponer una imagen más real, una Hipatia que aparenta tener la cara lavada dada su condición de filosófa y, por tanto, estar menos preocupada de su imagen que del pensamiento.
Hacía muchos meses que no iba al cine, pero ha sido la mejor forma de volver a los buenos hábitos.

12 octubre 2009

Stairs day


A través de esta fotografía tomada en Caixaforum de Madrid me sumo a la invitación de Stultifer, del Blog Donde nadie me ve, a participar en ese día que probablemente se convierta en una cita anual.
Stultifer, estoy seguro de que el día 13 de octubre de 2009 se convertirá en el día oficial de las escaleras, y que miles de blogs de los que flotan en la blogosfera se sumarán a esa iniciativa, colgando otras tantas escaleras de todo el mundo palpable (no virtual).


30 septiembre 2009

La Loca de Mierda



He descubierto esta serie de cortos episodios protagonizados por una argentina de ojos grandes y expresivos que me han hecho partirme de risa.
La serie se llama La Loca de Mierda, en esta página se pude ver hasta el episodio 9, lo colgaron en Facebook y no pude reprimirme de ver los 9 episodios del tirón (son muy cortos).
Os dejo con el que más me gustó, por lo real que es la situación: soledad en un largo fin de semana de puente, y no poder resistirse a llamar al ex.
"Te sentís invadido, un poco invadido si, un poco, un poco invadido sí..." jajajaja.
Garchar: follar.

Como no consigo insertar el capítulo, mejor os dejo el enlace:
http://www.mtvla.com/especiales/lalocademierda/post.jhtml?cid=1620761

La Hermana, Sándor Márai


Llegué a él por recomendación de Antonio, este verano en la playa me vio leyendo el libro de Murakami y me dijo que podría gustarme Márai. No me sonaba de nada y creía que era un escritor estilo Coelho, tomé nota en mi móvil del nombre y el título. Fui el viernes a la biblioteca, retomando ese sano (y económico) hábito y tomé prestados tres libros. Mientras andaba por los pasillos sin saber qué leer consulté mis notas en el móvil, donde guardo títulos de libros, pelis, nombres de escritores, y recuperé la recomendación de un mes atrás.
Busqué los títulos del escritor y había varios de sus libros, entre ellos éste que me recomendó Antonio.
Comencé a leerlo con poco interés, creyendo que sería complicado de leer o que estaría lleno de un vocabulario ampuloso e inexcrutable para mi, pero me sorprendió la sencillez de los términos y lo comprensible que era. Salvando las distancias, algunos pasajes me recordaron a La Montaña Mágica, de Thomas Mann.
En lugar de contar aquí un resumen de lo que se dice en el libro, prefiero que quien se interese se acerque a él y decida. Lo único que puedo decir es que la mayor parte del tiempo se habla de la enfermedad, de cómo uno se enfrenta a ella, y cómo tiene (la mayoría de las veces) la medicina necesaria para curarse, es decir, cuestión de voluntad de curación.
No lo recomiendo a nadie que esté pasando por un momento de enfermedad, pues esa atmósfera se transmite tan bien que uno llega a sentirse enfermo leyéndolo. Preferible es curarse antes de comenzar con la lectura, pero una vez leído seguro que será de ayuda en una hipotética enfermedad o convalecencia.
Podría parafrasear un montón de párrafos, pero me quedo con uno:
"El hombre está más predispuesto al dolor que a la alegría".

27 septiembre 2009

Caminito que el tiempo ha borrado...


Tenía muchos nervios, por un lado ya habían pasado dos semanas desde su partida, y la ausencia iba haciendo mella, a pesar de los correos y alguna que otra llamada; por otro, un viaje de este tipo, solo, de Málaga a Frankfurt, de Frankfurt a Buenos Aires, y de Buenos Aires a Mar del Plata, en total casi 24 horas de viaje, se iba a convertir en el viaje más largo hecho por mi. A eso sumaba que no era un simple viaje turístico, era algo más, un viaje directo a sus raíces, a su pasado, a su familia y amigos, quería que ese país me gustara tanto como él, y que su entorno me fuera tan cercano como el mío propio.
La maleta era grande, llevaba ropa para quince días y algunos regalos para su familia, no iba a presentarme allí con las manos vacías, seguro que con algún que otro detalle me podía ganar el cariño de su familia más fácilmente, y seguro que él lo iba a valorar (yo lo hubiera hecho).
Mi hermana me llevaba al aeropuerto, por el camino mi sobrino (que se había empeñado en acompañarnos) se mareó como era habitual en él cada vez que salía a la autovía, y yo lo entendía porque de pequeño era igual, aún no había salido de Fuengirola y el mareo ya me había hecho vomitar. Eso hizo que llegáramos con el tiempo ajustado, algo que odio, me gusta llegar con tiempo de sobra por si hay algún imprevisto, nunca se sabe que puede pasar, y más en algo tan importante para mi como era aquel viaje.
Facturé, pasé por el control que era mucho menos rígido en aquel momento, y cuando llegué a la puerta de embarque ya habían entrado la mayoría. Tres horas de vuelo hacia el norte, para después deshacerlos viajando hacia el sur, era un poco absurdo, pero me salía mucho más barato Lufthansa que Iberia, quién sabe por qué.
En Frankfurt el aeropuerto me pareció muy gris, antipático, pero no me caló esa impresión, mi estado de ánimo estaba muy alto como para que me afectaran las horas de avión en soledad, o un aeropuerto muy grande, con poca luz y poco atractivo.
Las doce horas de vuelo hacia Buenos Aires no fueron tan incómodas como había pensado, me dio tiempo a ver las pelis, a dormir unas cuantas horas en un sueño ligero que me permitía tener conciencia de lo que pasaba a mi alrededor, e incluso a entablar conversación con la señora que me tocó en la butaca de al lado, unas horas antes de aterrizar. Era argentina, vivía en Barcelona y estaba nerviosa con el reencuentro con los suyos. Le conté que iba a conocer a mi familia política y que tenía mucha ilusión por conocer su país, que ya sentía como mi patria adoptiva. Me recomendó algunos sitios de Buenos Aires y nos despedimos a la salida.
Cuando aterrizamos era por la mañana, hice la cola de inmigración con la sonrisa de oreja a oreja, me parecía imposible que después de tantos años escuchando historias de su vida en Argentina iba a tener la oportunidad de conocer su país y recorrer los escenarios de sus relatos. La funcionaria que me atendió en inmigración me dio la mejor bienvenida que podía darme, me sonrió y me dijo que era un placer atender a alguien que transmitiera tanta felicidad, me selló mi pasaporte y me deseó una feliz estancia en su país. Ese recibimiento avivó mi predisposición a amar ese país tanto como al ciudadano con el que convivía.
En el aeropuerto tenía al menos tres o cuatro horas de espera hasta que saliera el autobús que me llevaría a Mar del Plata, donde él me estaba esperando. Lo primero que hice fue cambiar mis euros por pesos y, para hacer tiempo, me senté a tomarme un café.
Mis sentidos estaban alerta, pendientes de todo lo que había a mi alrededor. A través del ventanal se abría un cielo celeste que mareaba, la sala estaba bañada por una luz intensa, brillante, pero no tan deslumbrante como para dificultar mi visión. Era una luz como la que se utiliza en fotografía para realzar los objetos o las facciones. Era enero, pero allí era verano, el calor me envolvía en una abrazo cálido que parecía haber enviado él en su lugar, muy agradable tras unos días de frío navideño. El olor de aquel lugar era especial, lo reconocí cuando volví años más tarde. Me envolvía un aroma difícil de describir, entre sus notas podía reconocer el bosque, la madera, la tierra, como si al planeta le hubieran quitado una capa dejándolo en carne viva. Además, tenía un toque dulce como la cocina de una madre después de cocinar un bizcocho.
En la mesa de al lado una chica recién llegada de España contaba a sus familiares cómo era su vida aquí, tenía ese tono característico de la fonética argentina, más grave, como si la voz les saliera desde un punto más profundo. Además del acento que tanto me gusta, en su vocabulario utilizan ciertas palabras que aquí dejaron de usarse hace tiempo, lo que les da un halo de sofisticación.
Pedí mi café, me lo trajeron con el habitual vasito de agua, junto con las facturas que tantas ganas tenía de probar, unas medias lunas recién hechas, muy esponjosas, cuya cobertura brillaba reflejando la cantidad de calorías que contenían. No me importó, desde que leí Kamchatka y tuve que intuir el significado de factura en aquél contexto, estaba deseando probarlas.
Horas más tarde el empleado de Tienda León comenzó a llamar a los pasajeros por sus nombres, y cuando cantó el mío leí en sus caras la misma palabra: GALLEGO. Y es que mi nombre y apellidos son tan castizos que provocaron alguna sonrisa en los presentes.


21 septiembre 2009

La barra de equilibrio



De vuelta otra vez, cada fin de semana ocurre lo mismo: llego a Madrid lleno de ilusión, disfruto de recorrer la ciudad solo, a la espera de que salgas del trabajo. Luego pasamos el finde juntos, el tiempo vuela, los minutos son segundos, las horas minutos.
Y de nuevo me encuentro en el asiento pensando en ti, intentando inventarme un próximo encuentro. A medida que el tren se aleja, parece que se erige entre tú y yo una distancia no solo física, también emocional. La intimidad que recuperamos en cada encuentro vuelve a esfumarse, sustituida por conversaciones telefónicas llenas de silencios tuyos, y llenas de verborrea incontenible mía, que intenta disimular la falta de comunicación.
Me hace mucha ilusión hablar contigo, más bien es una necesidad básica: oir tu voz, analizarla, encontrar en el tono una vibración especial que me diga lo que tus palabras no dicen. Busco en ellas la constatación de que realmente sientes algo por mi.
Y no es fácil, tus actos hablan más que tus palabras, de hecho son casi lo único que me hablan de sentimientos.
Y ese silencio tuyo amordaza mis palabras, intentando evitar un desequilibrio de sentimientos entre ambos.
Y esa mordaza amuerma mis sentimientos, porque no quieren arriesgarse a saltar sin la red de seguridad.
Me siento un saltimbanqui sin la barra de equilibrio, a punto de salir a hacer su número; y piensa que será el último.
Luego me digo que es muy pronto, apenas ha pasado un mes y una semana, pero ya se me olvidó qué hacía y quién era antes de conocerte.
Cada fin de semana que pasamos juntos es un nuevo capítulo de nuestra historia que se escribe, en cada capítulo hay una de cal y otra de arena. La cal para mi son los espacios en blanco donde deberían haber palabras que hablen de sentimientos; la arena son todo esos actos que los demuestran.
Y sigo sin saber qué hacer, si salir a escena, o esperar a que me entregues la barra de equilibrio.


En el AVE, de regreso a casa.

29 agosto 2009

Bendita tu mirada


La insistencia de tu mirada desde la distancia, con ese punto de timidez, en esa cara de francés.
El saludo desde lejos para meterte corriendo en el coche, como un adolescente al que le sale un instante de arrojo, para inmediatamente seguirle un momento de pudor.
Una tarde entera de miradas sin que nos atreviéramos a iniciar una conversación.
Mi momento de lucidez al irme a solas a la orilla a buscar piedras, y encontrar un corazón blanco.
Tu valentía de venir con el teléfono en tu mano temblorosa para pedirme mi número.
Que no me llamaras a pesar de haberte dado el número correcto.
Encontrarnos en el bar y apenas pararte conmigo un par de minutos.
Provocar en mi la necesidad de querer seguir conociendo más de ti.
Compartir contigo esa noche de tu cumpleaños.
Probar el sabor de tus besos y no poder prescindir de ellos.
Hacerme sentir que no hay nadie más alrededor cuando tu mirada se posa en mi.
Despertarme a tu lado y no querer volver a dormir solo.
Cenar frente a ti en la terraza de un restaurante y olvidarme del menú.
Oir las letras de las canciones que te gustan, y sentir que estaban escritas para cantar mis sentimientos.
La triste despedida y convencerme para que me fuera contigo.
El viaje en coche en el que no paramos de besarnos y acariciarnos, sabiendo que esa ampliación era un regalo.
Visitar tu mundo, tu entorno, la esencia de ti mismo.
Los días juntos sin separarnos ni un minuto, noches de copas, música y amigos, mañanas de abrazos y sueños, tardes de hamaca y caricias.
La despedida verdadera, y tus continuas llamadas de teléfono.
El regalo de unos nuevos días de vacaciones.

26 agosto 2009

Perooooo


Conduzco de madrugada camino al trabajo, la carretera está tranquila, los altavoces propagan unos sonidos nuevos para mi, una nueva estación de radio a la que me estoy aficionando para así poder evocar tu recuerdo.
Al llegar a mi destino recorro las calles en busca de aparcamiento, visitando los lugares en los que tú y yo nos fuimos conociendo, y así paso por delante del árbol en el que nos refugiamos en busca de intimidad; mientras, enfrente el día comenzaba, la frutera estornudaba mientras montaba la terraza, y era testigo de nuestras primeras caricias.
Sigo mi búsqueda y me encuentro con el aparcamiento reservado de la empresa de electricidad en el que aquella noche aparqué, y junto al que, al acompañarme al coche, volvimos a entrelazarnos en una reminiscencia de mi época de juventud. Yo no entendía por qué no venías a casa, me decías que no podías dejar a tus amigos, y aunque tus besos decían lo contrario, a mi me sonaba a excusa. Aquellos besos y abrazos me supieron a cielo, porque tu mirada me quemaba, y me encendía con la explosión que tienes dibujada en tu iris. Esa noche te dije que al día siguiente no tomaría la iniciativa, que quedaba en tus manos.
Por fin aparco mi coche, y desando los pasos que tú y yo dimos la siguiente noche, aquella en que tomaste la iniciativa, acompañándome a casa tras la que no nos separamos en diez días, días en los que los fuimos destilando sentimientos que bebimos a tragos largos, y que nos supo a poco.
Ahora camino por la calle, paso por delante de tu portal sabiendo que ya no estas, PERO tu presencia me acompaña y me entibia las noches frescas de final de agosto.

07 agosto 2009

Primer día de vacaciones


Se acabó la luna llena, ahora es de día y la presencia de ese ojo que parece mirarme y juzgarme ha desaparecido. Ahora me río de ella y de la inquietud que me provoca, del caos que consigue instaurar en mi por espacio de unas horas, en el que pone patas arriba lo que tanto trabajo me cuesta conseguir.
Hoy es mi primer día de vacaciones, tengo por delante un montón de días en blanco como las páginas de un diario recién empezado; tenía escrita una historia bonita, lejana, pero por cuestiones que no vienen al caso, esa historia acabó "desescribiéndose" (como en aquel videoclip de Bjork). Ahora vuelve a instalarse en mi el equilibrio que me facilita el día a día, así que esta mañana me he levantado tarde, sobre las 10, he hecho el desayuno habitual que me hace sentir lleno de energía, he tomado las dos tazas de café de las que tanto disfruto en los fines de semana, y me he ido al gimnasio para poder tener la tarde libre y disfrutar de la playa.
Como suelo ir al gimnasio por la tarde, en el horario de mañana todos son caras nuevas, y he decidido que hay mas tíos buenos por la mañana que por la tarde. Aunque creo que algunas de esas caras (y cuerpos) no son autóctonos, seguramente son turistas que no pueden pasarse sin entrenar la semana o las dos semanas que estén de vacaciones.
Ahora a prepararme la comida, pasta y pollo a la plancha, gazpacho hecho por mi (por fin he aprendido a prepararlo, y es tan fácil que quiero hacerlo todos los días) para buscar dentro de un rato a JC que es el único que queda por aquí, ya que la mayoría están fuera, de viaje, poniéndome los dientes largos y subiendo fotografías de sus "maravillosas" vacaciones a través del Facebook. ¡Quién me mandaría a mi crearme un perfil en esa web!

Reflejos de la luna llena



Al mirar mi imagen en el espejo, normalmente me quedo con lo superficial: si tengo bien colocado el pelo, aunque ya no pueda usar gomina; si tengo bolsas bajo los ojos o los tengo hinchados; constato que la longitud de mi barba sea la correcta; compruebo que mis orificios nasales están libres de obstáculos; que mi dentadura no delate mi almuerzo, o que no queden restos del dentífrico alrededor de mi boca.
Pero hoy no me quedo en la superficie, hoy ahondo un poco más, y me asomo a mi interior a través de las ventanas; mi mirada ha cambiado, ya no tiene aquel brillo ni la curiosidad de antes, ya no transmite aquella bondad que yo tanto odiaba. Todo eso ha sido sustituido por una mirada inexpresiva, rígida, agnóstica; no es que ya no tenga curiosidad, sigue existiendo, solo que esa curiosidad dura muy poco, se apaga, y necesita encontrar muchas fuentes diferentes para permanecer. Antes quería saberlo todo de todas las cosas, ahora solo quiero saber un poco de algo, necesito cambiar con frecuencia y redigirir esa curiosidad hacia otro ámbito u objeto. Mi mirada se ha vuelto como la de un androide, falta de emociones, vidriosa, sin alma. Alrededor de los ojos se han ido construyendo telas de araña, un entramado de líneas que delatan muchas risas pasadas, risas que me achicaban los ojos y me los rasgaban, ojos de mongol. Ahora siguen achicándose con la risa, pero ocurre cada vez con menos frecuencia. ¿Acaso la madurez mata el sentido del humor?
Mi frente, antes tan tersa, y que apenas existía pues el nacimiento del pelo se acercaba a mis cejas, ahora es ancha, horadada de surcos horizontales que revelan tantas cuestiones que me he planteado a lo largo de la vida, por la costumbre alzar las cejas cada vez que no entendía algo. Mis cejas, que se elevaban con cada cuestión como movidas por un resorte, ahora se unen en el centro, en una permanente expresión de no haber entendido nada, dándome un aire de enojo crónico.
A cada lado de mi nariz me recorre una línea que acaba enmarcando mis labios, como si fueran corchetes de una fórmula matématica, sólo queda despejar la incógnita: ¿volverán a ser besados?
Mi mandíbula cuadrada se ha vuelto aún más cuadrada y angulosa, la cara se ha vuelto más ancha, intercambiando el antiguo toque algo sofisticado por uno más duro, más rudo. Recuerdo que antes la mandíbula inferior solía caer un poco cada vez que una imagen producía en mi una emoción, ahora se mantiene contraída en un gesto perenne de tensión.
En el fondo no me disgustan los cambios, la expresión de inocencia de los veintitantos ha mudado a la expresión de dureza de los treinta y muchos, pero lo único que me disgusta es la pérdida de la curiosidad e inocencia.
Serán los reflejos de tantas lunas llenas en mi rostro.

03 agosto 2009

Secret diary of a call girl



Estos últimos días he vuelto a recuperar el viejo y sano hábito de ver series de televisión. He sido un gran seguidor de la serie Friends, y posteriormente Sex and the city, pero ahora que tengo que ocupar mis noches en algo que me evite comerme el tarro (rún rún y rún rún) he acabado viendo una serie de televisión británica que me está gustando mucho. No es la típica serie en la que todo es diversión, frases ingeniosas sobre vidas cotidianas, sino el diario de una prostituta en Londres.
En la primera temporada se presenta al personaje principal, una chica fría y calculadora que nos relata su forma de vida. Ya en la segunda temporada se incluyen personajes con los que la protagonista se acaba relacionándose provocando un cambio en su actitud calculadora, transformándola en una persona que empatiza con los demás. Quizás no tenga unos diálogos para recordar, pero se puede aprender mucho de sexo y de costumbres sexuales.
La chica es guapísima, pero los dos personajes masculinos (Ben y Alex) están tremendos.

01 agosto 2009

Ménage à trois



Hussein en el coche, camino de Tarifa:
- Unas amigas me preguntaron el otro día "¿conoces alguna pareja gay que no sea abierta?".
- En la pregunta se esconde un juicio - dije yo.
Ese tipo de pregunta está muy de moda entre los homófilos, que se suponen que son abiertos de mente, respetuosos con la sexualidad del de al lado, pero que en el fondo, y sin que ellos mismos lo sepan, esconden un prejuicio velado hacia el gay de esta época en la que vivimos.
- Pues yo le hubiera contestado que si, que las mías propias, aquellas que he vivido en el pasado; y además, les hubiera preguntado si conocen alguna pareja heterosexual de nuestra edad que lleven juntos más de 5 años, y que realmente sean fieles.
-No se me ocurrió decirles eso, pero me hubiera gustado caer en ello.
Resulta que ahora que la visibilidad es más aceptada, la sociedad va a dar una vuelta de tuerca, y parece pretender que la relación entre gays emule a las relaciones heterosexuales, pero no las heterosexuales reales, sino las que muestran como modélicas.
Parece que la prostitución femenina es cosa de solteros o divorciados, cuando yo creo que precisamente son los que menos necesitan recurrir al pago a cambio de sexo, ya que no tienen nada que esconder. Ojo, no voy a ser yo quien juzque ni a las prostitutas ni a sus clientes, para mi, mientras unos y otros hagan por decisión propia, no tengo nada que objetar.
La sociedad ve bien, hasta cierto punto, que dos personas del mismo sexo se quieran y quieran estar juntos, pero si a eso le añadimos un extra... eso es harina de otro costal. Pues yo creo que, igual que se han necesitado siglos para llegar a cierta "normalización" con el hecho gay, harán falta otros cuantos para llegar a la normalización de las parejas estables, es decir, a que sea admitido abiertamente el hecho de que cada miembro de la misma tenga sexo fuera de la relación, o que ambos incluyan a un tercero (o más).
Nuestra sociedad proviene de una forma de vida marcada por un catolicismo que solo justificaba el sexo desde la perspectiva de la procreación, y siempre amparado por el sacramento del matrimonio. Es normal que tantos siglos dejen un rastro en las mentes, y cualquier esquema diferente a este resulte extraño o anormal. Pero se olvidan aquellos que han practicado el sacramento del matrimonio varias cosas: por un lado, no todos los ciudadanos de este país son católicos (por suerte); y por otro, que el hecho de casarse, no implica que los miembros de la pareja no tengan sus escarceos amorosos (o sexuales) al margen del matrimonio, de forma clandestina.
El ser gay en un mundo hetero tiene muchas dificultades, antes más, claro, pero algo positivo que tiene es que tu entorno social tiende a compartir contigo aquellas cosas que les preocupa y que no encuentran con quien hablar sin sentirse por ello juzgados: el marido de tu prima que desea a su cuñada, y que necesita hablarlo con alguien sabiendo que tú no vas a juzgarle por el hecho en sí mismo, sino que vas a intentar ayudarle a aclararse las ideas; la amiga que te utiliza de tapadera (como eres inofensivo...) para tener un encuentro con alguien que ha conocido por messenger, en un momento de dudas, y que necesita llevarlo a cabo para reforzar su matrimonio o constatar que no hay que nada que salvar.
Por tanto, el hecho de ser comprensivo con aquel que tienes delante contándote sus problemas, hace que tengas la posibilidad a asomarte a muchas intimidades, que luego no cuadran con esas preguntas malintencionadas y cargadas de prejuicios.
Yo, aunque no lo practique de momento, creo que nuestra sociedad irá cambiando hasta un modelo de pareja diferente al actual. Creo que el ser humano llegará a comprender un día que el sexo está hipervalorado en el sentido de la fidelidad, que es solo una forma más de utilizar nuestros cuerpos y disfrutar de ellos, diferenciando sexo y sentimientos. Porque el hecho de estar enamorado no significa que no puedas desear otros cuerpos, y que este deseo sea puntual de un momento, si no se le diese tanto valor al sexo y la fidelidad, no existirían la mayoría de los conflictos de pareja. Por otro lado, creo que una cosa es la infidelidad sexual y otra la infidelidad sentimental. Yo, que he sufrido ambas, sé que es mucho más dura la infidelidad sentimental, es decir, cuando la persona que se supone que te quiere ha cambiado y sus sentimientos están dirigidos a otra persona, que la infidelidad sexual, que es la mera satisfacción de un deseo sexual que no conlleva ningún efecto sentimental secundario. Y lo he sufrido porque esos actos han sido efectuados a mis espaldas, de una forma velada, como una forma de engaño. Estoy seguro de que hubiese sido muy diferente si se hubiese hablado sobre ello y se hubiesen acordado las mismas reglas para ambas partes, que es lo que al fin y al cabo creo que es más justo, y lo que menos daño puede hacer.

29 julio 2009

Abismos


No recuerdo cómo he llegado hasta aquí, ni lo que lo ha motivado, pero sé que tengo que seguir adelante, moverme, no me puedo quedar parado, aunque lo que me pide el cuerpo es dejarme caer en cualquier sitio, da igual la postura y la incomodidad, solo dejarme caer.
La luna me permite ver lo que tengo a pocos metros, corriendo hacia ella intento evitar hacer círculos, camino tambaleante entre plantas, troncos, arbustos, algunos me rozan las piernas, otros la cara, en algunas ocasiones consigo esquivar el golpe de una rama baja agachando la cabeza, pero la luz es tan tenue que difícilmente me alcanza para intentar no caerme con los obstáculos.
Nunca me ha gustado el bosque de noche, me atemoriza, no sé orientarme en él y me siento vulnerable, pero no tengo más remedio que seguir adelante sin saber dónde estoy ni a dónde me dirijo.
Sólo sé que estoy huyendo, huyendo de los ruídos de ramas quebrándose que oigo detrás de mi, hay alguien siguiéndome, observándome, quizás jugando conmigo mientras me ve intentar escapar de no sé qué situación.
No consigo mantener el ritmo de la respiración, y sé que eso es lo primordial para poder seguir adelante, por eso intento controlarla sin demasiados resultados. De pronto oigo el crujir de las ramas unos metros detrás de mi, me paro para intentar localizar el sitio exacto, y lo único que consigo oir en el silencio de la noche es el sonido de animales cuyos nombres desconozco, parece como si se estuvieran riendo de mi al verme tan torpe en su mundo cotidiano.
Grito, pregunto quién está ahí, qué es lo que quiere, contesta un silencio de ultratumba, los animales se han puesto de acuerdo para acallar sus risas.
Reanudo mi carrera, vuelvo a coger el ritmo y la respiración, sigo esquivando obstáculos en el suelo y en el aire, esas ramas que me arañan la cara, los hombros y el cuello. De pronto siento que el suelo desaparece bajo mis pies, y me agarro a un tronco que encuentro a mi lado, un pie me cuelga en el aire, la otra pierna aún se apoya en la tierra, flexionada, arañada por las piedras de alrededor.
Miro hacia abajo, solo un abismo de oscuridad es lo que me ofrece esta luna, y pienso un segundo dejarme caer por el abismo, el cansancio hace mella y sé que esa sería una salida fácil. Difícil decisión, dejarme caer y no pensar más, aferrarme más fuerte al tronco y seguir huyendo de aquello que me persigue, sin saber a dónde dirigirme...

28 julio 2009

Sombras que se ciernen sobre mi


LA DEL MUNDO



Y LA MÍA PROPIA
Soy una sombra andando por este mundo,
me atravieso en el camino que recorre
la luz del sol al posarse sobre él.
Si intentas asirme solo hay aire,
si te acercas me esfumo como el humo.

25 julio 2009

Los hombres que no amaban a las mujeres



Acabo de terminar este libro, es la trilogía de la temporada, Millenium 1; no suelo comprar Best Sellers, no me gusta apoyar lo comercial, lo que la masa decide comprar solo porque suena mucho aunque no lleguen ni a leerlo, para leer ese tipo de libros recurro a la Biblioteca Municipal, que de todas formas lo va a adquirir. Para invertir mi dinero prefiero hacerlo en títulos de autores poco conocidos o que están comenzando, como una forma de apoyar esa "industria", contribuyendo con mi granito de arena.
Pero llevaba cierto tiempo sin leer, con pocas ganas, poco tiempo o una mezcla de ambas cosas, y cuando tuve un rato libre, sentí la necesidad de tener un libro entre las manos. Había soñado con ese libro (seguramente a causa de oir hablar de él hasta en la sopa), y como en ese momento tenía más necesidad de engancharme a un libro que de promocionar la literatura de "minorías", me fui a un centro comercial (ni siquiera a una librería) y lo compré.
Empecé a leerlo como forma de ahuyentar un momento de aburrimiento, y acabó enganchándome tanto que lo terminé a las tantas de la noche de un día laborable, sabiendo que me pasaría factura a la hora de levantarme. Me dio igual, estaba enganchado y tenía que llegar hasta el final de la historia, me costara lo que me costara.
Solo puedo decir que lo he disfrutado mucho, puede que al principio no se le vea mucho color, pero poco a poco va tomando cuerpo, rapidez, y la intriga te hace deslizarte por las páginas a toda velocidad.
Supongo que dentro de poco me iré a por el segundo de la trilogía, o esperaré a que en la Biblioteca Municipal lo adquieran.

11 julio 2009

Orgullo gay ¿fiesta o reivindicación?


El fin de semana pasado viví por primera vez la experiencia del Orgullo Gay en Madrid, siempre había querido ir pero por unas cosas u otras nunca lo había hecho (en realidad es porque hay que planearlo con anticipación para tener alojamiento y billetes, y cada vez me cuesta más planificar con mucha antelación).
Juan Carlos lo planeó por mi y yo me dejé llevar, compró los billetes con la tarifa económica y organizó el alojamiento en casa de sus amigos, me ha cogido el punto y sabe que conmigo lo mejor es darme el proyecto desarrollado y no aceptar un no por respuesta.
El viernes me levanté con la emoción del niño que va a la feria y se va a montar en todas las atracciones, ya en el AVE no podíamos parar de hablar, y al llegar a casa de nuestro anfitrión el tiempo justo para una ducha y salir a cenar.
Después de la cena nos zambullimos en el mar de personas que rodeaban la Plaza Vazquez de Mella, imposible caminar por allí, nos fuimos a la Plaza del Rey. Nos encontramos con un montón de "delegaciones" de Málaga, y fuimos charlando con unos y otros. Esa noche acabamos desayunando un bocadillo de jamón serrano, y hablando con unas chicas canarias que acababan de llegar para la manifestación.
La manifestación fue el momento culminante del fin de semana, la vimos en la Puerta de Alcalá, desde donde partían todas las carrozas, poco a poco nos fuimos juntando amigos de Málaga y otros que viven en Madrid, mucha cerveza y muchos cuerpos semidesnudos a nuestro alrededor. El colorido, la libertad, el buen rollo, las ganas de pasarlo bien, todo eso se reflejaba en la actitud de las miles de personas que nos rodeaban. Cada conocido llegaba con algún amigo que era presentado en sociedad, nos hacíamos fotos, bailábamos al son de cada carroza, intentábamos encontrar famosos entre el público o participantes de las carrozas, y hasta Torremolinos tenía su propio destacamento en forma de carroza llena de tíos conocidos.
Este año se reivindicaba la lucha contra la homofobia en la escuela, pidiendo una escuela laica, el principio de la manifestación tenía su pancarta con políticos conocidos para dar ese toque de formalidad a la lucha por la igualdad y la libertad.
Para mi supuso la primera vez que una reivindicación no estaba envuelta en caras serias y silencio, por el contrario, se desprendía felicidad y risas, ruido y música. El homosexual siempre ha tenido que sacar los pies del plato para intentar vivir su vida de una forma plena, la diferencia siempre asusta a las masas, y creo que también en la forma de reivindicar el colectivo homosexual escoge su forma de hacerlo. Algunos creen que esta forma de reivindicar desacredita el objetivo, personalmente, tras haberlo experimentado, creo que en absoluto ocurre eso. Hay homosexuales de todo tipo, es un "colectivo" en el que cabe de todo, precisamente por haber sido incomprendido a lo largo de la historia, una vez se ha hecho visible, permite englobar a todo tipo de personas, tanto los que están, como los que no están, pues los derechos reivindicados, cuando son conseguidos, son aplicados a todos en general, incluso a los detractores de este tipo de actos. Y con eso es con lo que me quedo, que todo el mundo tiene cabida, los heterosexuales abiertos de mente, los homosexuales estereotipados, los homosexuales que huyen del estereotipo, los que no se consideran incluidos en el colectivo, y los heterosexuales que respetan la igualdad.
Le decía a Juan Carlos que se ha convertido en una especie de fiesta laica en la que participan mucha gente independientemente de su orientación, para mi podría convertirse en mi particular peregrinación, como los rocieros, pero sin el halo de religiosidad.

29 junio 2009

El salto del ángel.
























Julián envía un e-mail en contestación al de Juan, es bastante escueto:
"Ha sido un placer conocerte este fin de semana. No es común que dos personas, desde el minuto cero, se entiendan tan bien, que haya buena comunicación, tanta atracción, y que el sexo sea tan placentero. Es una pena que no vivas aquí".
Ese es el punto de partida, a partir de ese momento Juan tira ese muro que se ha creado como forma de protegerse, y se lanza a la piscina de cabeza, desde un trampolín alto dando una pirueta antes de entrar al agua.
"Te mando fotos mías para que no se te olvide mi cara, a mi me pasa que tengo una memoria visual a muy corto plazo".
Días más tarde, Julián recibe una llamada en su móvil desde un número internacional:
-¿Hola?
-Hola, ¿qué tal? Soy Juan, me apetecia escucharte.
Inician una conversación de una hora, que se repite a lo largo de los días. En esas horas de conversación van asomando tímidamente las cartas de póker, y poco a poco se vuelve un juego más descarado.
Empiezan a planear un nuevo encuentro, Juan le propone visitar a Julián para su cumpleaños, un mes más tarde. Necesita la confirmación. Julián aprovecha el sábado por la mañana para llamarlo dándole la confirmación que Juan necesita. Vuelven a conversar por más de una hora, y en esas conversaciones cada uno transmite al otro como es su vida, su día a día, sus respectivas cotidianeidades. Juan recibe esa llamada como un impulso, la llamada potencia esa sensación de seguir conociendo al otro, y el otro se siente especial por conseguir el interés de Juan hasta el punto de que viaje 2.266 km para verlo solo un fin de semana, el de su cumpleaños.
Queda un mes por delante, en el cual mantendrán el contacto a través de Skype, sustituyendoo la factura telefónica por videoconferencias eternas, en las que ambos empiezan a desnudarse interior y exteriormente. Julián visita virtualmente el hogar de Juan, éste comparte sus libros, sus objetos de decoración que ha ido adquirendo en sus frecuentes viajes por Asia, muestra su ropa interior, sus bañadores, incluso el armario profesional, trabaja en la central de una empresa multinacional a la que acude con trajes sobrios, con un toque moderno, camisas de color liso y corbatas lisas o rayadas, imagen que a Julián le resulta muy sugerente, sexy.
La pantalla del portátil se convierte en la ventana de comunicación entre ambos mundos, tan diferentes y parecidos a la vez.
Aprenden a mirar a la cámara cuando se transmiten el cariño que ya ha comenzado a emerger, es algo recíproco, aprenden a hacer zoom cuando hablan de sentimientos, a reír delante de un ojo que todo lo capta, y construyen un ritual diario de llamarse para desearse las buenas noches, conversaciones que siempre se alargan irremediablemente.
Los días van pasando y se acerca la fecha del reencuentro.

14 junio 2009

Invisible en el gimnasio


Últimamente mi amigo invisible me visita poco, pero entiendo que está en un momento dulce de su vida, conoció a un chico con el que ha iniciado una relación, y a todos nos pasa que en el comienzo de las relaciones nos volcamos en ella, y queremos pasar todo el tiempo posible junto al objeto de nuestro ardor.
A mi me alegra mucho ver que está feliz y contento, le hacía falta algo así después de una temporada de traspiés. El hecho de ser invisible no quita para que sea una persona que necesita tener alguien a su lado, pues es de los que les gusta vivir en una relación, y estando soltero se siente perdido.
Solo coincidimos con la rutina del entrenamiento que, por suerte, no ha abandonado. Por suerte para mi, porque así no entreno solo, y por suerte para su pareja, que disfrutará de los resultados del entrenamiento.
De vez en cuando le llamo al orden diciéndole que hay que simultanear el tener una relación, con mantener las amistades, pues la vida se compone de una serie de pilares, y los amigos son uno de los pilares que mejor nos sustentan. Él me escucha, pone la misma cara que yo pondría intentando leer un libro en arameo, y luego sigue con la conversación que corresponda. Como sé que de donde no hay no se puede sacar, no se lo tengo en cuenta, pero me quedo muy a gusto después de decírselo.
El otro día, en el gimnasio, estábamos entrenando triceps en la polea, como son pocas, cuando la pillamos libre la acaparamos para hacer todos los ejercicios de ese día, antes de perder el turno. Siempre hay alguien que viene a preguntar cuánto nos queda para dejarla libre. Ese día se nos acercó Jesús, un chico que suele hablar con nosotros, y me pregunta por mi dieta y programa de entrenamiento, para contrastar con lo que él hace. Un día, hablando, mencionó el hecho de que tiene un hijo, yo sabía que tenía novia, pero no que era padre, y entre ejercicio y ejercicio me enseñó la foto del niño que llevaba en el móvil. Cuando lo vi no pude evitar decirle que era muy guapetón (realmente lo era) y me hizo gracia darme cuenta de como cambia uno depende de con quien hable. Al tio hetero del gimnasio le dije que su hijo era muy guapetón, cuando a mis compañeras de trabajo, cuando me enseñan las fotos de sus hijos les digo que sus hijos son "monísimos". Quiero pensar que cambio mi registro dependiendo de con quien hable, y que eso, como decía mi profe, es tener cultura y educación: adaptar tu vocabulario al receptor con el que te comuniques.
Jesús se acercó con la intención de saber cuánto nos quedaba en la polea, pero en vez de preguntar eso, lo que dijo fue:
- Pregúntame algo (a modo de saludo).
A mi amigo invisible, como le pilló desprevenido la pregunta no se le ocurrió otra cosa que contestar con una broma que solo él y yo, y cualquier rubia de película americana entendería:
- ¿Qué shampoo usas?
En ese momento nos dio el ataque de risa a ambos, mientras Jesús ponía la cara de hetero que no se entera de la broma, pero que sabe que nos estamos riendo con él. Desconcertado, decidió hacer como si no hubiera escuchado la pregunta, e ir a lo suyo.

13 junio 2009

En la orilla


Camino al atardecer por la orilla de mi alma, pequeñas olas lamen mis pies, no puedo evitar girar mi cabeza para ver lo que ha quedado atrás, pero no tengo miedo a convertirme en una estatua de sal.
Hormigas recorren mi orilla, estelas de huellas que longitudinalmente dibujan tramos de tiempo.
Muy a lo lejos veo la orilla lisa, virgen, sin marcas, sin pisadas, sin piedras ni deshechos marinos.
A menor distancia comienzo a ver huellas, esparcidas aquí y allá, que solo han dado un par de pasos sobre ella.
A medio camino veo pisadas que recorren un gran tramo de esta orilla, sobre la que han permanecido muchos pasos, casi todos en línea recta, con alguna curva, algún desvarío, y que han ayudado a construir esta playa en la que me encuentro.
Algunas huellas son profundas, se hunden en la árena húmeda excavando grandes huecos que difícilmente podrán rellenarse. Entre éstas, las hay que recorren un gran tramo, otras solo unos metros, pero siguen siendo igual de profundas.
Otras son leves, casi no se aprecian, ya han sido borradas por el paso del tiempo y la erosión, o están a punto de desaparecer.
Hileras de pisadas que se suceden unas a otras sin simultanearse, entremezcladas con espacios en blanco, tramos de tiempo vacíos. Giro mi cabeza hacia adelante, sigo caminando entre las olas, unos metros por delante bajo la mirada y leo un nombre escrito en la orilla.
Levanto la vista al frente y por delante la arena está recién lavada por las olas, sin una marca, sin una huella, sin una pisada, preparada para ser horadada por nuevos andares.

07 junio 2009

Una cálida noche malagueña


La noche de esa fría tarde suiza acaba saliendo, no es habitual que salga un viernes, y aún menos que lo haga por Málaga, pero está invitado al cumpleaños de un amigo y le apetece salir de la rutina. Se viste con un polo gastado, vaqueros y sus deportivas más nuevas, llega a Reinas cuando el local está aún medio vacío, se encuentra con Alejandro, el chico del cumpleaños y lo felicita, 22 añitos, ¡que yogurín!, pero un tío muy atractivo con la cabeza muy bien amueblada. Se alegra de haberle presentado a Diego, tienen una incipiente relación recién estrenada, y parece que encajan bien, piensa que quizás tenga más facilidad para buscar pareja a los demás que para si mismo.
Se pide una cerveza y mientras charla animadamente ve pasar una figura conocida, es el chico de la playa, ¡qué raro!, lo ubicaba en Marbella en lugar de Málaga, viste una camisa y tejanos negros, y zapatos (ese detalle le despista, últimamente no se suelen ver zapatos en locales de copas) y regresa la inquietud de esa tarde, pues el chico se sitúa justo enfrente de él.
Durante la conversación lo pierde de vista, pero unos minutos más tarde el chico regresa con una copa, ahora no lleva la camisa, sino una camiseta lisa blanca, cuello uve, muy ceñida, que le marca la bonita figura que tiene. Nuestro protagonista no puede evitar seguir mirándolo, decide que esa noche no va a perder la ocasión de acercarse, y mientras ese pensamiento le cruza la cabeza ve que el chico le mira y le sonríe, con una sonrisa amplia y franca, como diciendo : "tú eres el chico de la playa de hoy, te he reconocido".
Acaba la conversación en la que se encontraba, espera unos minutos y se dirige al chico sin pensar, sin preparar una frase, es lo mejor, como lo piense acabará cagándola, no está muy ducho en eso de entrar a la gente:
- Hola, ¿te has quemado la espalda? Qué difícil es poner protección en la espalda, podías haberme pedido ayuda.
- No, he tenido cuidado y no me he quemado, pero ¿cómo te iba a pedir ayuda si no te conozco?
- Es cierto, me llamo Julián, ¿y tú?
- Yo me llamo Juan-y alarga la mano para estrechársela en lugar de los convencionales besos.
Unos minutos más tarde ya sabe que el chico nació en Madrid, lleva siete años viviendo en Suiza y está de puente en Málaga, donde reside su familia. Julián pensaba acercarse un momento a conocerlo, y regresar junto a sus amigos, pero ve a Juan predispuesto a la conversación y prefiere no interrumpirla, sus amigos entenderán las circunstancias, pues ya les había contado que había visto a ese chico en la playa y se había quedado colgado de él, aunque éste no le mostró interés.
Después de un buen rato de animada conversación le propone acercarse al grupo de sus amigos, Juan acepta y le presenta a los más allegados, a los que saluda estrechando la mano, algo que les desconcierta por lo poco habitual del saludo entre chicos gays en un local de ambiente. Pide una cocacola para Juan y su segunda cerveza, bailan un poco al ritmo de la música y siguen la conversación. Una hora después, a Julián le gustaría irse con Juan a casa, al preguntarle si quiere ir a otro sitio el otro contesta que lo que quiere es estar con Julián, así, a gusto. A Julián le desconcierta esta contestación pues no está acostumbrado a esa naturalidad, lleva tiempo jugando al juego de la seducción y entre los códigos no está el mostrar interés abiertamente, y aún menos que ese interés no esté centrado en la práctica sexual exclusivamente. Se da cuenta de que tiene que bajar el ritmo, que este chico no quiere prisas, y que quizás ni siquiera sea sexo lo que busca, así que cambia su propio esquema y se relaja, disfrutando de la conversación, intentado resolver todas las incógnitas que Juan ha creado en su cabeza a lo largo de los años de encontrárselo en la playa.
Cuando en el local no cabe ni un alfiler propone seguir la marcha en Torremolinos, salen a la calle, caminan mientras Juan le cuenta cómo es la ciudad que le adoptó, Zurich, y cómo es su vida allí, Julián se siente muy cómodo a su lado, parece que se conocieran de antes por la naturalidad con que la conversación fluye, no hay que hacer esfuerzos para continuarla. Se sorprende a si mismo pues nota que no necesita intentar gustar, no necesita contar lo mejor de si mismo, ni maquillar ni adornar nada, se siente seguro de quién es, y de su propia vida, y eso hace que se abra más y muestre su interior sin tapujos, sin miedo. Llegan al coche de Julián, a Juan le parece muy grande, a Julián no le gustan los coches pequeños, acerca al otro a su coche y conducen en fila india hasta llegar a Torremolinos. Después de aparcar entran en un local, pero está vacío, de camino al otro Juan coge de la mano a Julián y ambos se sienten raros, es el primer contacto que tienen, más allá de algún roce en la cintura mientras hablaban en el bar, pero se sienten a gusto. Piden una copa y siguen charlando junto a la barra, en un silencio ambos se miran, y entienden que ha llegado la hora de darse el primer beso, con lo que se aseguran de que hay un interés más allá del amistoso. Se besan por un rato, Juan huele a un perfume dulce, intenso, y en las caricias Julián percibe la firmeza de su cuerpo, un abdomen liso, unos pectorales trabajados y una piel suave, muy suave, los sentidos están alerta captando toda la información posible.
Los dejamos así, besándose, y nos retiraremos en silencio, sin hacer ruido, para no estropear ese momento de intimidad que surge en el primer beso de toda historia. Dejemos que fluyan las sensaciones y que la naturaleza ejerza su influencia en los instintos y en la química de las personas.

25 mayo 2009

Una fría tarde suiza


Él llega a la playa, camina por ella con su amigo buscando una parcelita donde extender sus toallas dispuestos a pasar un día extra de sol, un día con el que no contaba. Encuentra un espacio junto a un chico cuya cara le resulta familiar, donde finalmente acampan. Si va a estar unas cuantas horas en la playa siempre es mejor tener unas buenas vistas.
Tras la aplicación de la protección solar intenta relajarse, pero se da cuenta de que no lo consigue, sus ojos no pueden evitar posarse en su vecino de parcela, recuerda que lo ha visto antes, mucho antes, en esa misma playa, y siempre con la misma mirada de observador desconfiado, en actitud altiva.
El chico observado saca una manzana de su mochila y se la come a bocados, desde su posición puede oírlos, ¡crac!, suenan a fruta fresca y dientes fuertes. Se vuelve boacabajo, esforzándose en relajarse, una deliciosa sensación de morriña le envuelve y se va durmiendo en un sueño poco profundo, que le permite de vez en cuando abrir los ojos para constatar que el objeto de sus miradas sigue a su lado.
Entre sueños nota que su vecino se aplica protección solar en los hombros y en la parte de la espalda a la que consigue llegar, dejando un pegote de crema en el centro, piensa que le gustaría tener la decisión para levantarse y ofrecerse a aplicarle la crema en la espalda. Incluso se imagina la frase: "el domingo pasado me quemé la espalda por no tener quién me aplicara la crema, no me gustaría que te pasara a ti, ¿te ayudo?"
Finalmente, no se lanza, el otro termina de aplicarse su crema como puede y la deja, y él vuelve a su ensoñación y a robarle imágenes furtivas al compañero de sol.
Un rato más tarde, el otro se levanta y se mete en el mar, él no puede evitar espabilarse para disfrutar de todo su esplendor, y lo ve de pie, de espaldas entrando al agua. Piensa que tiene que ser muy valiente para meterse en un agua tan fría. A la vuelta, sigue disfrutando descaradamente de la silueta del chico, ahora con el bañador húmedo y la tela pegada a sus contornos, insinuando los volúmenes de deseo.
Al tumbarse, el chico extiende los brazos y los sacude repetidamente, y él se pregunta qué función tendrá ese gesto, pues no parece que se haya manchado de arena, y tampoco que quiera sacudirse las gotas de agua salada. Es algo que vuelve a repetir a lo largo de la tarde.
Después, el chico retoma el libro que tenía aparcado en la toalla, y lo lee tumbado bocaabajo con el bolígrafo en la mano, o en los labios según el momento, pero se fija en que tiene otro boli clavado en la arena, con la punta hacia arriba, algo que le desconcierta. Desde esa perspectiva no puede evitar como una tibia erección se apodera de él al ver cómo el bañador de su vecino queda justo por debajo de la cintura, mostrando el comienzo de su trasero, un culo redondo y apetecible, envuelto en un bañador celeste, tipo brasileño. Se imagina a si mismo acariciándolo, y esa evocación no le ayuda mucho con el problema de la erección, por lo que decide darse la vuelta poniéndose bocabajo.
En un momento se levanta, va hacia la orilla y toca el agua con los pies, está demasiado fría, sería incapaz de zambullirse, pero se da la vuelta y vuelve a mirar descaradamente a su vecino, éste, por una vez, le mantiene la mirada, una mirada intensa, quizás por no llevar las gafas que ha dejado en la toalla y que le impide ver con nitidez, pero esta vez no rehuye al contacto visual. Mantienen la mirada por unos segundos, él piensa que podría sonreírle para intentar romper el hielo y reunir valor para acercarse, pero finalmente desiste, no se ve invitado a hacerlo.
Más tarde, su compañero de sol empieza a recoger sus cosas, saca de su bolsa un llavero de Avis con las llaves del coche, lo que le hace pensar que es de alquiler, guarda su ropa interior en la mochila, con lo que sabe que no va a tener la suerte de verlo cambiar su bañador por la ropa interior. Se ajusta unas bermudas azul marino, clásicas, que le realzan el trasero que no ha podido dejar de mirar en toda la tarde, recoge su toalla y sus cosas y se va. Él se queda con la esperanza de que de tanto mirarlo, al menos le haga un gesto de despedida, pero tampoco, eso no ocurre, y se recrimina a si mismo ser tan tímido como para no acercarse e intentar conocer a ese chico misterioso que de cuando en cuando, a lo largo de los últimos años, ha aparecido en la playa y que no habla con nadie, ni nadie lo conoce.
Quizás otro día sea capaz de reunir el valor para presentarse, pero hoy no ha podido ser. ¿O quizás si? Quién sabe lo que deparan las casualidades.