03 abril 2010

Cuanto antes mejor

De: baltasar@hotmail.com
Enviado: sábado, 3 de abril de 2010, 16:51:45
Para: santaclaus@hotmail.com

Este es un mail de despedida, aunque no me gustaría que sonara a dramático porque ni la situación lo es ni lo que se termina puede calificarse de profundo. Es solo una forma de despedirme sin hacer mucho ruido, pero sin querer que entiendas el adiós a través del tiempo y la falta de contacto.
Al mismo tiempo es una reflexión, ante todo para mi, porque yo siempre estoy intentando aprender cosas nuevas, sean culturales, o vitales, pero mi afán de aprender no se termina nunca. En mi reflexión empiezo culpándote a ti, lo normal en cualquier persona, echar la culpa al que tiene enfrente, porque es más fácil así, porque aceptar los propios errores es más difícil que los ajenos. Pero ahondando en todo esto, me sale un resultado diferente. Si bien creo que tienes tu parte de culpa, admito la propia, que no es poca. Aunque desde la primera conversación que tuvimos te dejé claro que mi interés en la actualidad no se centra en sexo ocasional sino en la construcción de una relación de pareja, pareció que tú no te dabas por aludido. He hablado con los que me rodean sobre informar a una persona nueva en tu vida de lo que quieres, todos coinciden en que es muy pronto para fijar objetivos, que a alguien que apenas entra en tu vida no se le puede decir algo así. Pero yo he llegado a la conclusión de que si alguien se asusta porque yo tenga las ideas claras, y sepa lo que quiero, CUANTO ANTES MEJOR, para qué perder el tiempo intentando disimular lo que uno realmente quiere. ¿De qué sirve ir despacio para no llegar a ninguna meta?
Sí, me dicen que siendo así puede que tenga una conducta de evitación, quién sabe si es cierto o no, pero al menos no me cuelgo de gente que al tiempo, después de conocerlo, te das cuenta de que no ha valido la pena tanto esfuerzo. Hay tanta gente en el mundo que es una pérdida de tiempo invertir mucho en la persona equivocada.
Otra conclusión a la que he llegado es que ya no se trata de que yo guste a alguien, siguiendo un protocolo social para gustar más (no llamar hasta el tercer día, no mostrar mucho interés...), sino de que alguien me guste a mi. Desde el momento en que alguien me busca, me regala el oído, me pide una cita, y me la cancela horas antes del momento de vernos, puedo empezar a pensar que esa persona, o tiene una explicación (no me gustan las excusas) muy seria, o es tan infantil que cree que puede jugar al escondite. Mi lema es dar dos oportunidades, la tercera es un bono que nunca he entregado. Que soy impaciente, pues yo pienso que soy lógico, que tengo sentido común.
Por aquí van los tiros, más o menos. Resulta que me he dado cuenta de que me has tomado por un mamarracho más de esos que pueblan las noches y los mundos hechos de ceros y unos, y no sé si me ha molestado más que me hayas tomado por alguien así, que yo no haya sabido transmitirte que no lo soy, o ambas cosas a la vez. Aunque lo realmente importante es mi decisión de suprimir esta conducta.
En el momento en que soy consciente de que estoy jugando a encontrarme contigo en el mundo virtual tomo la decisión de cortar los hilos que nos vinculan. Es como dejar de fumar, evito el riesgo de volver a caer, cambiando rutinas. Y borro tu número de teléfono de mi agenda. Me da igual si te suena a despechado, no quiero encontrarme contigo cada vez que conecto mi ordenador, y en realidad no me importa lo que pienses de mi en ese aspecto. Eso sí, si me encuentro contigo te saludaré, porque lo cortés no quita lo valiente, y ante todo soy educado. Soy muy educado, porque no te reprocho que cuando has venido a casa hayas querido quedarte a dormir y luego me digas que has disfrutado mucho teniéndome como almohada; que me digas que piensas en mi pero no actúes como si pensaras en mi; o esa estupidez de que ya tienes nuestra canción. No te lo reprocho porque sé que a veces jugar a ese juego palia el dolor de las heridas de guerra que traes, heridas que tú mismo evitas cerrar, volviendo a rascar en la herida cada vez que comienza a cerrarse. Aunque no sea justo para quien se cruza contigo.
Pensé que eras un seductor, pero después de conocerte un poco me he dado cuenta de que te faltan unos centímetros para serlo, unos años de madurez (mental, no real), un buen fondo de armario, y un par de huevos. Que lo tuyo aburre a la tercera, por repetido, por estereotipado y por falta de clase, sobre todo después de verte anoche con cualquier mamarracho de tercera de esos a los que yo en un bar no miraría ni por aburrimiento.
Espero que todo te vaya tan bien como me va a mi.