17 mayo 2009

ESCAPADA A BARCELONA


Nada más llegar, camino a casa a dejar la maleta, me envuelve el olor del salitre, es sábado muy temprano y la carretera está desierta. Pasamos por la vía subterránea junto a la costa, y por arriba voy viendo pedazos de esculturas que decoran la ciudad, llenas de colorido, fiel reflejo del gusto artístico de esta tierra.
Los primeros pasos los hago por el Paseo de Gracia, incursión entre el turisteo y escaparates de firmas, no puedo evitar pararme ante ellos y acariciar con mis ojos objetos de deseo que no voy a adquirir. Nos adentramos en el Raval, sus calles están llenas de imágenes algo decadentes, pero el colorido en las ropas y en las pieles rezuma pluralidad en equilibrio.
Almuerzo en un restaurante moderno, menú de mediodía a 17.50 Euros, una rica ensalada y carne que de poco hecha parece un carpaccio (nos lo habían avisado) pero sabrosa. Seguimos el paseo y nos adentramos por la Ciutat Vella, la máquina del tiempo nos pare en el mismo centro del medioevo, callejuelas estrechas, paredes cargadas de historias y sociedades, cada rincón es una fotografía, entre todo, muchos turistas para recordarnos que estamos en el siglo XXI.
Entre tanto paseo, Joan comparte conmigo un montón de vivencias, y yo le relato muchas historias que parecen inconexas, pero pieza a pieza conforman el puzzle del Adriano en el que hoy me he convertido.
Café en un bar en cuyo interior hay un teatro, y el camarero confunde a Joan por un guiri, con lo que a él le molesta... Regresamos a casa con la intención de salir, pero tras mi siesta en el sofá, cenamos, y la conversación se va alargando hasta que nos damos cuenta de que es absurdo salir, mejor estar descansado para el domingo.
El domingo vamos a Sant Pol de Mar, un pueblecito costero al que vamos en moto y disfrutamos de un domingo soleado y cálido. El pueblo es de postal, paseamos por sus calles, atravesamos las vías del tren que en esa costa discurre junto a la playa, tiene un toque novecentista que me encanta. Almorzamos en un restaurante en primera línea de playa, una casa antigua restaurada, muy bien restaurada, y cuando subo al baño disfruto de suelos de mosaicos y una escalera que es idéntica a la que tiene mi abuela en su casa.
De vuelta a Barcelona nos paseamos por alrededor de la torre Acbar, rodeados de edificios nuevos, altos, de cristal, paisajes urbanos que son un placer para la vista, y obras de arte aquitectónicas.
Acabamos en el Plata, en el Eixample (gayxample) tomando un par de copas, hablando y riéndonos, un cierre muy divertido para un buen día.
El lunes visité la exposición de Caixa Forum, solo por el edificio merece la pena visitarlo, pero además había varias exposiciones muy interesantes. Después, horas pateando la ciudad y retratándola, dejándome llevar por la misma ciudad que iba guiándome los pasos, como si intuyera cuales eran mis objetivos turísticos. Gente alrededor de todo tipo, una mezcla de colores, tendencias y actitudes muy enriquecedora. Joan dice que la moda ahora mismo es lanzar al aire un puñado de prendas, y vestirte con aquello que te caiga encima, sin tener en cuenta la coordinación de colores o estampados, y yo le doy la razón.
A la tarde me encuentro con él para ver Los abrazos rotos, y disfruto de la película, pues es un homenaje a mi peli favorita de Almodóvar "Mujeres al borde...". Joan disfruta de la peli y de ver cómo disfruto de la peli, sabía que me iba a encantar, y se ríe a mi lado de mis risas provocadas por el lenguaje gestual de Mariola Fuentes y Blanca Portillo. Penélope está estupenda en la peli, por mucho que digan, es una buena actriz, hace tiempo que se ganó para mi ese título.
El martes por la mañana me entretengo entre las calles y me siento en El Central a tomar un café, es una cafetería librería que Joan me mostró como uno de sus sitios favoritos de Barcelona, y ya se ha convertido también en uno de los míos. Comemos juntos y me pasea por Mont Juic, vemos los paisajes en varios miradores y me lleva a otra librería cafetería a merendar, antes de tomar el vuelo de vuelta.
Ha sido una escapada fantástica, una ciudad acogedora para mi, pues tiene una luz muy parecida a la de Málaga, y el Mediterráneo a sus pies me hace sentirme en casa. La compañía de Joan ha sido la esencia de mi bienestar allí, un cuidador nato que se anticipa a las necesidades o deseos, una buena persona que además escribe poesía aunque no use la métrica. Su blog, Contracciones de ciudad, está lleno de imágenes y evocaciones, que él logra transmitir magistralmente.
Espero volver pronto por allí, bona tarda Joan, un petó moll fort.

3 comentarios:

Stultifer dijo...

Salir de cualquier lugar y meterte en Barcelona te abre los poros, te despierta los sentidos, te notas vivo.

Stultifer dijo...

Toc toc. Se hace de rogar la puesta a punto de Cabopino...

Sunion30 dijo...

...bona nit Adriano...cada día tengo más clara la relación de gemelas que tienen ambas ciudades, salvando las cuestiones de dimensiones y demás. Dos ciudades vivas, plenas de mar. Que remarcan la plenitud del respirar, henchirse de sol. Y sobretodo de caminarlas.
Gracias a ti por haberme hecho visitar mi ciudad de nuevo, en una nueva visión. Cuando quieras. Un petó fort.