08 marzo 2009

UN VIERNES CUALQUIERA (4)


Jose se despierta en su cama, entra luz por las rendijas de la persiana, y decide quedarse un rato más antes de levantarse. Está feliz, exhultante, piensa en Miguel y una oleada de pasión le recorre desde la punta de los pies. Hace un recorrido por los últimos años de su vida, desde que abandonó la adolescencia y se asentó en su vida de adulto.
Pasó la adolescencia en el muro que separaba su barrio del descampado junto a las vías del tren, esas vías dividían la zona oeste de la ciudad en dos, y constituían una incisión que separaban ambas partes de la ciudad, como su propia vida: la pública, esa que mostraba a la familia y amigos, y la íntima, esa a la que sólo accedía él mismo. Cuando se relacionaba con sus amigos actuaba como todos los demás, las mismas gracias, el mismo pavo, los mismos comentarios de machito, pero cuando estaba a solas se permitía a sí mismo pensar en su profesor de lengua, por el que sentía una atracción irrefrenable. No había ningún código escrito de qué podía y qué no podía mostrar a los demás, pero existía un sentido común que desde pequeño le hacía saber que sus intereses no concordaban con lo que los demás veían como "normal", y temía perder la amistad con su pandilla si se mostraba transparente. Parecía como si en los genes, junto al responsable de de la orientación sexual, se incorporara otro de serie que se encargara del sentido común. Se disgustaba consigo mismo por no compartir con sus colegas y hermanos todo lo que pasaba por su cabeza, pero sentía que esa información podría abrir una brecha entre él y sus seres queridos, y que éstos no comprenderían su particular forma de sentir. No quería sufrir el aislamiento, como esa parte de la ciudad en la que vivía con respecto a la de enfrente, separada por unas vías de tren que divisaba desde su ventana. Con los años habían construído puentes peatonales para comunicar ambas zonas, y es lo que él hizo, fue construyendo puentes de intimidad con aquellas personas de su entorno que le parecían más preparadas para recibir toda esa información.


No fue algo premeditado, sino que se vio obligado a hacerlo. Una noche salió por un pub, el Torero, era un local en el que se mezclaba el ambiente gay con un ambiente hetero filogay, y en aquella primera noche, a la que se enfrentó con los nervios típicos del acercamiento al mundo gay, pero con muchísima curiosidad al mismo tiempo, conoció al primer chico del que se enamoraría, y con el que disfrutaría de la sexualidad tanto tiempo anhelada. Siempre había conseguido evitar cualquier intento de emparejamiento con alguna chica del grupo, había tenido que ser bastante delicado para, por un lado no herir orgullos, y por otro para no sembrar la semilla de una idea a la que le tenía miedo.
Ese chico era el camarero del local, con él aprendió a besar, a compartir la sexualidad con un igual, a explorar en el sexo. Fue una relación tórrida y pasional, que desembocó en su salida del armario. Su familia, ante tantas ausencias de Jose, se empezó a plantear que estuviera metido en problemas, y para evitar que ésta se hiciera una idea equivocada, tuvo que afrontar la verdad, y decirles que tenía pareja, y que ésta era un chico. Tras una temporada dura, en la que tuvo que explicar quién era realmente, y cómo sentía, la familia fue asumiendo la realidad, y aceptándola. Fue una época de lágrimas, explicaciones, juicios, muy dura, pero desmbocó en la felicidad de poder ser él mismo, ser transparente, dejar atrás las mentiras, y encontrar en su familia un apoyo incondicional que le enorgulleció e intensificó ese sentimiento de apego a los suyos.
Tras dejar atrás aquella relación unos meses antes, se sentía preparado para iniciar una nueva relación con Miguel, teniendo ya una base de conocimientos previa, y disfrutando de poder integrar a su nueva pareja dentro del entorno familiar y de amistades, otorgándole el papel que le correspondía.
Se hace tarde, Jose se levanta para empezar con sus quehaceres diarios.

12 comentarios:

Thiago dijo...

aja me encanta tu estilo pq me recuerda al mí propio, jaja Nuse, es algo que firmaría yo mismo.La verdad es que pocas veces se ha estudiado ese sentido que tu dices, eso que se llama "Llevar doble vida" y tienes razón que es algo muy curioso, un sexto sentido que te obliga y te enseña a estar todo el dia con la precaución de no equivocarte en ese ir y venir entre el mundo gay y el hetero. Y parece mentira lo bien que se aprende y lo bien que se lleva ese "Septimo sentido" aunque no quita que no nos haga sentir a veces con u problema bipolar.

Yo no siento la necesidad de decirle a mi familia que soy gay, pero si que a veces me gustaría dejar de "ser dos".

Bezos

Ra dijo...

Una bonita historia, me siento muy identificado con ella... pero yo aún vivo con ese Septimo sentido del que habla Thiago, y a veces es dificil.

Un saludo

Ra

CHOPINGO dijo...

Chapo en tu post.
Tu comentario en mi blog,lo mas inteligente ,eres igual que thiago,leen antes de poner,y casualidad que entro cundo te agregue.
un abrazo.

Stultifer dijo...

Desvelarse en público es algo arriesgado en las ocasiones en las que no quieres admitir las consecuencias.

sardinita dijo...

esa sevilla tan lejos del torero, da fotos ¿eh?
y el torero, que lejos de todo ya,
y que fue del camarero?
y de miguel?
:*

Sunion30 dijo...

Los muros siempre han estado hechos para que los saltemos, si es que tenemos ganas. Y como los recuerdos, están ahí para asegurarnos un nuevo futuro, un nuevo objetivo por el que querer saltarlos o tender puentes para acercarse a otra persona.

Besos.
p.s.me quedo con la imagen del sol colándose en su cama.

theodore dijo...

Aunque a veces haya que pasar por momentos dolorosos, de incomprensión, prejuicios, etc. está claro que "la verdad nos hará libres" ;-)
Un besote!

Sule dijo...

Qué cierto lo qué dicen Sunion y Theodore,habrá muros pero hay qué atravesarlos como sea,derribandolos si hace falta,diciendo "soy yo y soy asi",yo lo hice asi hace muchos años y si pudiese volver atras lo diria mucho antes,no soportaba más la idea de llevar una doble personalidad que en ningún caso iba conmigo...desde entonces soy solo yo...

/ dijo...

Me gustó muchísimo tu texto. Refleja la realidad de mucha gente que aún no se anima a saltar esos muros, mucho menos derribarlos, y sigue con la doble vida, doble vida que a la larga te deja daños irreparables, pues muchas veces, cuando al fín te decidís salir del closet, muchos afectos van a decirte: Porqué me lo ocultaste si yo ya lo sabía. . . y no todos te perdonan tu error.

Ernesto dijo...

Afortunadamente las vías quedarán próximamente soterradas, para fortuna de futuras generaciones. "TORERO", me has hecho recordar viejos tiempos... aunque yo ni con esas escarmentaba e iba sólo en plan observador o a liarme con la Mariliendres de turno...

Un abrazo.

Sule dijo...

Es cierto eso que dice Stanley,al final todos lo saben y el unico qué se autoengaña es uno mismo,y mucha gente no perdona esa falta de confianza,a veces eso les hace daño a los amigos o a la familia,porqué ellos te van a querer igual seas como seas,hay tan solo que tener la valentia necesaria y decirlo,sin miedo,porque nada va a cambiar despues de haberlo dicho y uno se siente mucho mas agusto consigo mismo,hablo desde mi experiencia.
Besos!

ADRIANO dijo...

Thiago, me alegra que opines así de mis escritos, sabes que a mi me encaantan los tuyos. Mientras estés a gusto, no tienes que darle vueltas, si en algún momento decides mostrarte en toda tu amplitud, será tu decisión, y sabrás cuándo es el momento correcto.
Ra, todos hemos vivido en algún momento así, es más fácil decir "hazlo" que hacerlo, pero si tomas la decisión alguna vez, seguro que te alegrarás.
Chopi, gracias, me gusta comentar cuando tengo algo que decir, aunque a veces también por firmar en el libro de visitas.
Stulti, yo creo que el único riesgo son las consecuencias, si no existieran, nadie se plantearía fingir.
Sardi, Sevilla da para mucho, como bien sabes. El Torero, qué épocas. Al camarero Jose nunca lo volvió a ver, y de Miguel sabremos en la próxima entrega...
Sunion, abajo todos los muros, arriba todos los puentes, ya está bien de divisiones y segregaciones.
Theo, la verdad está ahí fuera (Expediente X), pero es cierto, nos hace libres, aunque a veces se paga un precio por la libertad, ¿se podrá pagar a plazos?
Sule, me alegro de que decidieras hacerlo y te sientas tan bien, tu experiencia sirve de ánimo para quien se siente perdido.
Aloof, más valor tiene la decisión de tu pareja teniendo en cuenta sus circunstancias, y me alegro de que sea un precursor.
Kowalski, ese es un riesgo, pero si alguien te quiere de verdad, deberá comprender y no reprochar, tender la mano, no dar la espalda, sobre todo en algo tan duro como es la aceptación social.
Argui, es una suerte que se estén soterrando, menos mal que dejaste atrás el tiempo de observación, porque sé que ya "no sólo observas..." jajaja.
Sule, aunque no todo el mundo haya tenido la suerte de ser comprendido, hay que vivir la vida que uno siente, no la que a los demás les gustaría que viviésemos.
Besos