18 enero 2009

MARIANA PINEDA, DE LORCA.


El viernes por la noche fui a ver la Mariana Pineda de Lorca en el salón de actos de la Casa de la Cultura, acto organizado por la Concejalía de Juventud. Jóvenes, lo que se dice jóvenes, eran pocos, me atrevería a decir que sería un 20 % de los asistentes, el resto eran mayores, prejubilados, pero todos con muy buen gusto.
La obra la representaron Amagares Teatro, chicos jóvenes con mucho talento que, a pesar de contar con pocos medios escénicos, son ricos en ardor, voluntad y profesionalidad. El peso de la obra recae sobre Mª José Castro, que representa a Mariana Pineda, y que tiene la capacidad de transmitir un gran variedad de sentimientos: amor maternal, filial, fraternal, pasión y, lo mejor, sus lamentos, de intensidad tan alta que consiguieron arrancarme alguna lágrima. Su actuación es convincente, apasionada, orgullosa, íntegra. Los papeles masculinos los representan unos chicos que muestran muy bien la diferencia de perfil entre cada uno: Fernando es el amigo enamorado y leal; D. Pedro de Sotomayor es el cabecilla del alzamiento, de actitud chulesca, impulsivo e idealista, que se convierte en un cobarde; Ramón Pedrosa es el corrupto que imparte ley, y que intenta conseguir con su poder lo que no puede conseguir con sus atributos. El actor que representaba a Ramón Pedrosa me lo crucé en el semáforo cuando iba a sacar la entrada, y ya me había parecido atractivo por la calle. El actor que representaba a D. Pedro de Sotomayor resultó ser el chico que trabajaba en la papelería que había junto a mi antiguo piso, al que le compraba la Zero todos los meses (antes de que se convirtiera en una revista muy cara, llena de publicidad) y del que siempre me quedaba con ganas entablar conversación. Ahora que sé que es actor de teatro me parece incluso más interesante.
Mariana Pineda representa la lucha de una mujer por la libertad, pero yo añadiría: la libertad de amar. Acaba envuelta en un complot político como resultado de su amor por uno de los cabecillas, y de seguro que sin esa pasión no hubiera participado de las revueltas, dada su situación y clase social. Defiende la libertad, pero su propia definición de libertad es la de ser libre de amar a una persona, involucrarse con ella completamente, sin importar los riesgos. Me recuerda, salvando mucho las distancias, a la Candela de Almodóvar, esa de Mujeres al borde... que se enamora de un terrorista chiíta.
Los amores que Lorca pinta con palabras suelen ser difíciles, conflictivos, prohibidos, quizás como él sentía el amor en la época que le tocó vivir, y que acaban mal, pero cuyo final trágico es una redención personal del protagonista. El teatro de Lorca es pura poesía andaluza, cuidada, inteligente, llena de pasión, muy natural y simple (que no simplista). No necesita de artificios barrocos para hacernos evocar imágenes intensas, reales y realistas.

2 comentarios:

/ dijo...

Qué envidia! Amo a García Lorca, me fascinan Bodas de Sangre, La Casa de Bernarda Alba y Doña Rosita la Soltera. Son mis preferidas. Sabías que tu ciudad es muy famosa en la Argentina, pues allí veraneó durante muchos años la viuda de Perón y ex presidenta nuestra, Isabel Martinez? Es una nota de color, pero pensé que tal vez te gustaría.

Un abrazo.

ADRIANO dijo...

Kowalski, Lorca es uno de mis escritores favoritos, he tenido que estudiar su obra con cierta profundidad, y no me pareció un trabajo, sino un placer. Sé lo que me cuentas de la viuda de Perón, leí una biografía en la que aparecía, y además me encanta Argentina, la he visitado en 2 ocasiones. Por cierto, una de las cosas que me encanta de Argentina es la gran vida cultural que tiene, especialmente en lo que se refiere a literatura y teatro.
Un abrazo