Cada mañana el mismo ritual, después de aparcar el coche siempre me quedan unos minutos para empezar a trabajar, así que me voy dando un paseo hasta mi oficina. Me gusta caminar sintiendo el frío en la cara, y notar mi cuerpo abrigado bajo las capas de ropa, mientras escucho música. Es muy temprano, aún no son las siete y media, es noche cerrada y la ciudad duerme.
Me cruzo con personas aquí y allá, todas abrigadas con bufandas, abrigos con los cuellos alzados, cuerpos encogidos por el frío, caras que reflejan el sueño de haber sido expulsadas de sus respectivas camas antes de lo que quisieran, ojos acostumbrándose a la escasez de luz. Todos tienen en común el paso rápido al caminar, para no llegar tarde al trabajo.
Tengo toda la jornada por delante que puede estar llena de expectativas, todo está por escribir, y dependerá de mi, exclusivamente de mi, el que al final del día, tras un balance, el resultado final sea positivo. Ya no planifico el futuro a largo plazo, a semanas o meses vista, mi futuro inmediato es el ahora, el mediodía o la tarde, no planeo más allá. Antes lo planeaba todo, desde la ropa del día siguiente, el ocio del próximo fin de semana, el viaje de noviembre en enero, e incluso las próximas navidades. La vida te enseña que los planes no sirven para nada, que de aquello que planees nada saldrá tal como imaginaste o diseñaste.
El cambio de perspectiva no ha sido fácil, he tenido que recurrir a la técnica que usé para dejar de fumar, no pensar en que mañana no voy a fumar, sino enfocarme en que hoy no voy a fumar, mañana ya veré. Si miraba la vida pensando en que no volvería a fumar nunca, la fuerza de voluntad flaqueaba, y la necesidad apremiaba. Si pensaba que sólo tenía que esforzarme en ese único día, me iba a la cama contento por no haber caído. Al día siguiente me despertaba con las fuerzas renovadas, dispuesto a enfrentarme a otro día sin fumar. Poco a poco, dejé de pensar en los cigarrillos, y de igual forma he dejado de pensar en el futuro.
Ya estoy cerca de mi oficina, en la plaza unos pájaros juegan, o se pelean o inician una danza de cortejo, no sé muy bien lo que hacen, pero me paro a observarlos y minutos después desaparecen, cuando llego al trabajo no sé si lo he visto o lo he imaginado.
Me cruzo con personas aquí y allá, todas abrigadas con bufandas, abrigos con los cuellos alzados, cuerpos encogidos por el frío, caras que reflejan el sueño de haber sido expulsadas de sus respectivas camas antes de lo que quisieran, ojos acostumbrándose a la escasez de luz. Todos tienen en común el paso rápido al caminar, para no llegar tarde al trabajo.
Tengo toda la jornada por delante que puede estar llena de expectativas, todo está por escribir, y dependerá de mi, exclusivamente de mi, el que al final del día, tras un balance, el resultado final sea positivo. Ya no planifico el futuro a largo plazo, a semanas o meses vista, mi futuro inmediato es el ahora, el mediodía o la tarde, no planeo más allá. Antes lo planeaba todo, desde la ropa del día siguiente, el ocio del próximo fin de semana, el viaje de noviembre en enero, e incluso las próximas navidades. La vida te enseña que los planes no sirven para nada, que de aquello que planees nada saldrá tal como imaginaste o diseñaste.
El cambio de perspectiva no ha sido fácil, he tenido que recurrir a la técnica que usé para dejar de fumar, no pensar en que mañana no voy a fumar, sino enfocarme en que hoy no voy a fumar, mañana ya veré. Si miraba la vida pensando en que no volvería a fumar nunca, la fuerza de voluntad flaqueaba, y la necesidad apremiaba. Si pensaba que sólo tenía que esforzarme en ese único día, me iba a la cama contento por no haber caído. Al día siguiente me despertaba con las fuerzas renovadas, dispuesto a enfrentarme a otro día sin fumar. Poco a poco, dejé de pensar en los cigarrillos, y de igual forma he dejado de pensar en el futuro.
Ya estoy cerca de mi oficina, en la plaza unos pájaros juegan, o se pelean o inician una danza de cortejo, no sé muy bien lo que hacen, pero me paro a observarlos y minutos después desaparecen, cuando llego al trabajo no sé si lo he visto o lo he imaginado.
9 comentarios:
A las 7 de la mañana voy mirando por las calles desde el coche a todos los tíos que ya andan levantados. Aparco y voy a desayunar a ¿un bar de ambiente? Tengo mis dudas: solo hay tíos. Mi salida "oficial" sobre las 10 me ha cambiado el paisaje. Sigo mirando a los tíos.
Para ser temprano por la mañana tienes unas visiones extrañas jajaja...yo a esas horas no puedo ni leer casi el libro que suelo llevar...de todas maneras el futuro poco importa
Planearlo todo es un intento vano de querer atrapar el tiempo. Finalmente, el tiempo te hace su prisionero. Samuel Barbery pone en boca de la protagonista de "La elegancia del erizo" una definición de la vida que viene al pelo: la vida es una sucesión de instantes que mueren.
No es malo planear cosas, muchas veces es inevitable, pero siendo realistas, sin poner excesiva ilusión o fijación por si al final no salen, o no cumplen las expectativas. Y la sensación de caminar con música, observando el mundo como una película, es impagable, precisamente esta tarde venía yo del cine con mi música andando tranquilamente pensando algo parecido.
Y como de costumbre, muy bien escrito y expresado :-) Un besote.
Bueno, me has hecho una larga cambiada, jaaj De los paseos matutinos entre la soledad de la muchedumbre trabajadora a un ejercicio de voluntad para dejar de fumar, jaja YO tampoco hago planes a largo plazo, pq siempre que se avecina un puente o unas vacaciones, genero tantas expectativas que debo bajar las defenesas y me cojo un catarro o unas anginas, y se me jode el plan, jajaj asi que ya no pienso nunca en el mañana, como mucho en "dentro de un rato" jajaa
Bezos.
me alegró mucho verte el otro día, así de improviso, jejeje, cuando las cosas pasan por sorpresa son más agradables...
un besote guapo
Has descubierto el primer paso para llegar a la felicidad.
Adelante
A C T U A L I Z A C I Ó N
Tras un denso debate, el consejo de la Orden del Stultifer de Oro ha decidido entregar este premio a tu blogs, por haber sido uno de los10 primeros comentaristas de este mismo premio. El momento justo en el instante preciso. Es lo que hay.
Stulti, yo también miro a los tíos (cuando hay alguno que mirar) no solo a los pájaros ;-)
Didac, el futuro no importa nada, solo el presente es importante.
Luis, quiero leer ese libro. Esos instantes mueren siempre que mi memoria no los atrape.
Teo, tienes razón, como en todo, lo mejor es el equilibrio. Me encanta vivir mi propia película con banda sonora incluida.
Thiago, a mi me pasaba antes también, cada puente o vacaciones un catarro. Ahora que no planeo, me va mucho mejor.
Ulises, eso forma parte de mi decisión de no planear, nuestro encuentro, por ser inesperado, fue más disfrutado.
Tito Carlos, a ver si me cuentas el segundo paso, que noto que me voy acercando a la felicidad.
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